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De la ira a la acción: Impactos de la eco-ansiedad, eco-depresión y eco-enojo en la acción climática



Fuente: Science Direct - Febrero 2021

Un estudio reciente australiano, muestra que la gente que está más enojada por la injusticia climática es la que mejor respuesta da a la acción climática.


La investigación documenta las experiencias de depresión y ansiedad evocadas por el cambio climático, pero se ha prestado poca atención a la frustración y la ira, o a desentrañar los efectos de las diferentes respuestas emocionales a la crisis climática en la salud humana y planetaria. Utilizando datos de una encuesta nacional australiana, descubrimos que experimentar eco-ira predecía mejores resultados de salud mental, así como un mayor compromiso con el activismo pro-climático y comportamientos personales. La eco-ansiedad y la eco-depresión eran menos adaptativas y se relacionaban con un menor bienestar. Curiosamente, los que se sentían eco-deprimidos eran más propensos a participar en la acción climática colectiva, mientras que los que se sentían eco-ansiosos eran menos propensos a unirse a la causa. Nuestros hallazgos implican que la ira es un motor emocional adaptativo clave para el compromiso con la crisis climática, y alertan sobre la salud mental de las poblaciones cada vez más preocupadas y abatidas por el cambio climático.




Examinamos cómo las diferentes emociones negativas evocadas por el cambio climático se relacionan con la salud mental y el comportamiento pro-climático. Cada eco-emoción por sí sola parecía contribuir a un menor bienestar y a más comportamientos pro-climáticos. Sin embargo, la consideración de las tres eco-emociones juntas cambia este patrón de resultados. Al observar los efectos únicos de cada eco-emoción, mientras se mantienen constantes los efectos de las otras dos emociones, se observa que la eco-ansiedad y la eco-depresión tenían efectos negativos sobre el bienestar, pero experimentar eco-enojo predecía una menor depresión, ansiedad y estrés. Por lo tanto, contribuimos al conocimiento de las respuestas emocionales al cambio climático revelando las asociaciones diferenciales que las eco-emociones negativas tienen con los resultados de bienestar, destacando así la importancia de considerar las eco-emociones negativas por separado pero en conjunto. También somos los primeros en mostrar que el eco-enojo se asocia únicamente con un mayor compromiso en los comportamientos pro-climáticos personales y colectivos, mientras que la eco-depresión y la eco-ansiedad no estaban relacionadas con el comportamiento personal, y la eco-ansiedad predecía un menor compromiso en la acción colectiva.


Las relaciones de moderadas a fuertes entre las eco-emociones negativas y el bienestar general sugieren que la forma en que los australianos se sienten sobre el cambio climático está entrelazada con su funcionamiento diario. Esto podría deberse a la forma en que las personas afrontan la crisis climática. Homburg y sus colegas [25,26] sostienen que la expresión de las emociones es una forma particular de hacer frente a los factores de estrés ambiental, y esta expresión promueve un comportamiento proambiental. Nuestros resultados indican que el eco-enfado puede ser una forma saludable y adaptativa de afrontamiento expresivo, mientras que la eco-depresión y la eco-ansiedad pueden ser, en cambio, debilitantes. La medida de expresión emocional de Homburg et al. [26] contenía una mezcla de sentimientos de ira y depresión, lo que refleja un problema más amplio que dificulta la investigación en este ámbito: las eco-emociones negativas se confunden habitualmente (por ejemplo, la escala de ansiedad climática de Searle y Gow [16] incluye emociones tan diversas como la ira y la depresión).


La eco-ansiedad no debería estudiarse como una experiencia emocional aislada, ya que se corre el riesgo de llegar a la conclusión errónea de que la eco-ansiedad aumenta el compromiso conductual. Recomendamos que los modelos y las medidas de la acción impulsada por la eco-emoción delimiten las eco-emociones para captar mejor las diferentes asociaciones con el bienestar y el comportamiento pro-climático. Nuestra investigación demostró la utilidad de una nueva escala de 6 ítems para medir tres eco-emociones distintas, facilitando así esta investigación futura.


Nuestros resultados ponen de manifiesto que la frustración y el enfado por la crisis climática son respuestas adaptativas. Las experiencias de injusticia o falta de equidad tienden a provocar la ira del grupo, motivando la acción colectiva (y no individual) [18]. Si pensamos en el cambio climático como una injusticia (por ejemplo, generacional, social y geográficamente), la asociación igualmente fuerte entre eco-enfado y comportamiento personal sugiere que, en el contexto del cambio climático, los eco-enfadados reconocen la importancia de abordar sus propios comportamientos cotidianos como parte del objetivo colectivo de mitigar el cambio climático.


Otro hallazgo interesante fue que la eco-depresión se relacionaba con una mayor participación en comportamientos de acción colectiva. Este efecto fue inesperado, aunque puede explicarse por los efectos reconstituyentes de la acción. La ecodepresión estaba relacionada con el bienestar, ya que las personas deprimidas y abatidas por el cambio climático sufrían más depresión, ansiedad y estrés en general. Basándonos en estas correlaciones de bienestar, no sugerimos que se fomente la ecodepresión para motivar la acción climática. En cambio, nuestros resultados sugieren que fomentar el eco-enfado puede promover un cambio de comportamiento positivo a favor del clima, al tiempo que se preserva la salud mental. A falta de nuevos trabajos que exploren la naturaleza potencialmente causal de estas relaciones, nuestras recomendaciones son provisionales.


Teniendo en cuenta la advertencia de causalidad, nuestros resultados contribuyen a los continuos debates sobre cómo comunicar el cambio climático. Algunos investigadores sostienen que la presentación de una imagen positiva de un futuro alternativo motiva los cambios de estilo de vida proambiental [27], mientras que el encuadre negativo, que presumiblemente evoca emociones ecológicas negativas, provoca la falta de compromiso [14], e incluso puede reforzar el escepticismo [28]. Por el contrario, algunas apelaciones al miedo han aumentado los comportamientos proambientales [15,29]. Sugerimos que los llamamientos al miedo podrían funcionar en la medida en que también impulsen la ira, y que la comprobación de los llamamientos a la ira es una dirección útil para futuras investigaciones. Una mejor comprensión de los objetivos de la ecoeficiencia -si la ira se dirige a individuos, grupos, instituciones u otros- servirá de guía para el desarrollo de mensajes basados en la ira que eviten el fomento involuntario de la ecodepresión.


Nuestras conclusiones sugieren que los defensores de la acción climática, así como las campañas de comunicación y educación pública, pueden tener más éxito si se basan en mensajes basados en la ira. Mientras tanto, los mensajes que hacen que la gente se sienta ansiosa o deprimida por el cambio climático pueden ser infructuosos, o potencialmente peligrosos para el bienestar de la comunidad. Del mismo modo, los gobiernos de todos los niveles deben ser conscientes de que el éxito de las políticas diseñadas para promover o inhibir determinados comportamientos dependerá en parte de las respuestas emocionales de la gente a esas políticas y de cómo se enmarcan. También deberían recordar que los gobiernos son a menudo el blanco de la ira por la (in)acción sobre el cambio climático.


Como nuestros datos son transversales, nuestros resultados son sólo una pieza de un rompecabezas más amplio. Recomendamos comprobar la replicabilidad de estas asociaciones mediante investigaciones longitudinales y experimentales para comprender mejor la relación causal entre las eco-emociones y los resultados de bienestar y comportamiento. Por ejemplo, es posible que la adopción de comportamientos favorables al clima evoquen ciertas emociones sobre el cambio climático, en lugar de la dirección inversa, o que aquellos que experimentan una peor salud mental tienen reacciones más negativas al cambio climático. Lo que queda claro de nuestra investigación es que la salud mental y las reacciones al cambio climático están inextricablemente vinculadas, y tanto los profesionales de la salud como los comunicadores del cambio climático deben ser conscientes de ello.





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