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Dejar los árboles en el suelo es una forma eficaz y de baja tecnología de frenar el cambio climático

Fuente: The Conversation - Autores: Beverly Law y William Moomaw - Febrero de 2021.


La protección de los bosques es una estrategia esencial en la lucha contra el cambio climático que no ha recibido la atención que merece. Los árboles capturan y almacenan enormes cantidades de carbono. Y a diferencia de algunas estrategias para enfriar el clima, no requieren una tecnología costosa y complicada.



Sin embargo, aunque las iniciativas de plantación de árboles son populares, la protección y la restauración de los bosques existentes rara vez atraen el mismo nivel de apoyo. Por ejemplo, la protección de los bosques estuvo notablemente ausente del “Energy Act” de 2020 (de EE.UU.), de 447 millones de dólares, que el Congreso aprobó en diciembre de 2020 para poner en marcha la tecnología de captura y almacenamiento de carbono.


En nuestro trabajo como científicos del ciclo del carbono forestal y del cambio climático, hacemos un seguimiento de las emisiones de carbono desde los bosques hasta los productos de madera y hasta los vertederos, así como de los incendios forestales. Nuestras investigaciones demuestran que la protección del carbono en los bosques es esencial para alcanzar los objetivos climáticos mundiales.


Irónicamente, vemos la Reserva Estratégica de Petróleo de Estados Unidos como un modelo. Este programa, creado tras la crisis del petróleo de 1973 para protegerse de futuras interrupciones del suministro, almacena casi 800 millones de galones de petróleo en enormes cavernas subterráneas de sal a lo largo de la costa del Golfo de México. Proponemos crear reservas estratégicas de carbono en los bosques para almacenar carbono como forma de estabilizar el clima, de forma parecida a como la Reserva Estratégica de Petróleo ayuda a estabilizar los mercados del petróleo.


Reservas de carbono que crecen

Los bosques extraen cada año un tercio de las emisiones de dióxido de carbono causadas por el hombre. Los investigadores han calculado que poner fin a la deforestación y permitir que los bosques maduros sigan creciendo podría permitir que los bosques absorbieran el doble de carbono.


La mitad de los tallos, ramas y raíces de un árbol están compuestos de carbono. Los árboles vivos y muertos, junto con el suelo de los bosques, contienen el equivalente al 80% de todo el carbono que hay actualmente en la atmósfera de la Tierra.


Los árboles acumulan carbono durante periodos de tiempo extremadamente largos. Por ejemplo, las secoyas, los abetos de Douglas y los cedros rojos del oeste en los bosques costeros del noroeste del Pacífico pueden vivir 800 años o más. Cuando mueren y se descomponen, gran parte de ese carbono acaba en el suelo, donde se almacena durante siglos o milenios.


Los árboles maduros que han alcanzado el pleno desarrollo de las raíces, la corteza y las copas soportan mejor la variabilidad climática que los árboles jóvenes. Los árboles más viejos también almacenan más carbono. Los árboles viejos, que suelen tener cientos de años, almacenan enormes cantidades de carbono en su madera y acumulan más carbono anualmente.


Hay muchas falacias sobre el almacenamiento de carbono en los bosques, como la preocupación de que los incendios forestales en el Oeste americano están liberando enormes cantidades de carbono a la atmósfera. En realidad, los incendios son una fuente de carbono relativamente pequeña. Por ejemplo, el enorme incendio de Biscuit, que quemó 772 millas cuadradas en el suroeste de Oregón en 2002, emitió menos del 10% de las emisiones totales de Oregón ese año.


Otra afirmación falsa es que, desde el punto de vista del clima, está bien cortar árboles y convertirlos en muebles, madera contrachapada y otros artículos porque los productos de madera pueden almacenar cantidades sustanciales de carbono. Estas afirmaciones no tienen en cuenta las emisiones de la cuna a la tumba de la tala y la fabricación, que pueden ser considerables.


La industria de los productos de madera libera carbono de muchas maneras, desde la fabricación de productos y la quema de residuos de las fábricas hasta la descomposición de artículos de vida corta como las toallas de papel. Los bosques recién plantados tardan de décadas a siglos en acumular los niveles de almacenamiento de carbono de los bosques maduros y viejos, y muchos bosques plantados se talan repetidamente.


En una revisión que realizamos con colegas en 2019, descubrimos que, en general, los informes estatales y federales de Estados Unidos subestimaban las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con los productos de madera entre un 25% y un 55%. Analizamos las emisiones de carbono de Oregón de la madera que se había cosechado durante el siglo pasado y descubrimos que el 65% del carbono original regresó a la atmósfera como CO2. Los vertederos retuvieron el 16%, mientras que sólo el 19% permaneció en los productos de madera.


Por el contrario, la protección de los bosques occidentales con alta densidad de carbono y baja vulnerabilidad a la mortalidad por sequía o incendios secuestraría el equivalente a unos seis años de emisiones de combustibles fósiles de todo el oeste de Estados Unidos, desde los estados de las Montañas Rocosas hasta la costa del Pacífico.


Centrarse en los árboles grandes

En un análisis publicado recientemente sobre el almacenamiento de carbono en seis bosques nacionales de Oregón, demostramos por qué un programa estratégico de reservas forestales de carbono debería centrarse en los bosques maduros y viejos. Los árboles grandes, con troncos de más de 21 pulgadas de diámetro, representan solo el 3% de estos bosques, pero almacenan el 42% del carbono sobre el suelo. A nivel mundial, un estudio de 2018 descubrió que el 1% de los árboles de mayor diámetro contiene la mitad de todo el carbono almacenado en los bosques del mundo.


 

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Hallazgos como estos están estimulando el interés por la idea de la proforestación: mantener los bosques existentes intactos y dejar que crezcan hasta su máximo potencial. Sus defensores consideran que la proforestación es una estrategia eficaz, inmediata y de bajo coste para almacenar carbono. Los bosques más antiguos son más resistentes al cambio climático que las plantaciones de árboles jóvenes, que son más susceptibles a la sequía y a los incendios forestales graves. Al igual que las secuoyas de 2.000 años de California que han sobrevivido a recientes incendios forestales, muchas especies arbóreas de los bosques antiguos han sobrevivido a extremos climáticos pasados.


La creación de reservas forestales de carbono también conservaría el hábitat crítico de muchos tipos de fauna y flora silvestres amenazados por las actividades humanas. La conexión de estas reservas con otros parques y refugios podría ayudar a las especies que necesitan migrar en respuesta al cambio climático.


Utilizar los bosques para alcanzar los objetivos climáticos


Más de la mitad de las tierras boscosas de Estados Unidos son de propiedad privada, por lo que deberían establecerse reservas estratégicas de carbono en tierras tanto públicas como privadas. El reto es pagarlas, lo que requerirá un cambio importante en las prioridades del gobierno y de la sociedad. Creemos que transferir la inversión pública en subvenciones al petróleo y al gas para pagar a los propietarios de tierras privadas para que mantengan sus bosques en crecimiento podría actuar como un poderoso incentivo para los propietarios de tierras privadas.


Muchos investigadores y defensores de la conservación han reclamado acciones integrales para frenar el cambio climático y reducir la pérdida de especies. Un ejemplo destacado es la iniciativa 30x30, que pretende conservar el 30% de la tierra y los océanos del mundo para 2030. En una orden ejecutiva del 27 de enero de 2021, el Presidente Biden ordenó a su administración que desarrollara planes para conservar al menos el 30% de las tierras y aguas controladas por el gobierno federal para 2030.


Las proyecciones recientes muestran que, para evitar los peores impactos del cambio climático, los gobiernos tendrán que aumentar sus compromisos de reducción de las emisiones de carbono hasta en un 80%. Consideramos que los próximos 10 a 20 años son una ventana crítica para la acción climática, y creemos que la protección permanente de los bosques maduros y viejos es la mayor oportunidad para obtener beneficios climáticos a corto plazo.




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