Fuente: The Guardian - Por Harold R Wanless - abril 2021
Para evitar el panorama más sombrío que plantea el calentamiento de los océanos, tenemos que extraer de la atmósfera los gases que atrapan el calor
La emergencia climática es mayor de lo que muchos expertos, funcionarios electos y activistas creen. Las emisiones de gases de efecto invernadero de la humanidad han sobrecalentado la atmósfera de la Tierra, desatando olas de calor, huracanes y otros fenómenos meteorológicos extremos.
El problema mayor es que el sobrecalentamiento de la atmósfera ha sobrecalentado a su vez los océanos, asegurando un aumento catastrófico del nivel del mar en el futuro.
Cuando los océanos se calientan, el agua sube, en parte porque el agua caliente se expande, pero también porque las aguas más calientes han iniciado un importante deshielo de las capas de hielo polares. Como resultado, es casi seguro que el nivel medio del mar en todo el mundo aumentará al menos entre 6 y 9 metros. Eso es suficiente para poner bajo el agua grandes partes de muchas ciudades costeras, donde viven cientos de millones de personas.
Las cuestiones clave son cuándo se producirá esta subida del nivel del mar y si los seres humanos pueden enfriar la atmósfera y los océanos con la suficiente rapidez como para evitarlo en parte.
Si los mares suben 6 metros en los próximos 2.000 años, nuestros hijos y sus descendientes podrán encontrar formas de adaptarse. Pero si los mares suben 6 metros o más en los próximos 100 a 200 años -que es nuestra trayectoria actual- el panorama es sombrío. En ese caso, el nivel del mar podría subir medio metro en 2040, medio metro en 2050 y mucho más en el futuro.
Dos o tres pies (60 a 90 cms) de aumento del nivel del mar puede no parecer mucho, pero transformará las sociedades humanas en todo el mundo. En el sur de Florida, donde vivo, los residentes perderán el acceso al agua dulce. Las plantas de tratamiento de aguas residuales fallarán, grandes áreas se inundarán persistentemente, y Miami Beach y otras islas de barrera serán abandonadas en su mayoría. En China, India, Egipto y otros países con grandes deltas fluviales, la subida del nivel del mar de dos a tres pies forzará la evacuación de decenas de millones de personas y la pérdida de vastas tierras agrícolas.
Por tanto, intentar limitar la subida del nivel del mar debe convertirse en una prioridad urgente. Debemos replantear cómo se entiende la emergencia climática y qué significa combatirla. Ciertamente, es esencial cumplir el objetivo del acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5º o 2ºC, pero eso no será suficiente.
La solución a la rápida subida del nivel del mar es doble: los seres humanos deben dejar de emitir más gases que atrapan el calor en la atmósfera, y debemos extraer gran parte de lo que ya hemos emitido. Desde la Revolución Industrial, hace 250 años, la cantidad de CO2 en la atmósfera se ha disparado debido a las actividades humanas, principalmente la quema de combustibles fósiles basados en el carbono. Para minimizar el aumento del nivel del mar en el futuro, tenemos que reducir esa cantidad desde las 417 partes por millón actuales hasta las 280 ppm que había antes de la industrialización.
Para frenar las emisiones que atrapan el calor es necesario que la economía deje de utilizar combustibles fósiles y pase a utilizar energías renovables, así como poner fin a la deforestación, cambiar a una agricultura respetuosa con el clima, plantar bosques que construyan el suelo, etc. Pero incluso si tenemos éxito en este frente -y hasta ahora nos estamos quedando muy cortos- sólo lograríamos que la atmósfera dejaría de calentarse.
Enfriar los océanos será más difícil. Para ello es necesario extraer cantidades masivas de CO2 tanto de la atmósfera como de los océanos y almacenarlo donde no pueda filtrarse.
Existen prototipos de estas tecnologías de "carbono negativo". Métodos como la incorporación de lava basáltica pulverizada en los fertilizantes pueden conducir a la eliminación del CO2 y hay que desarrollar agresivamente otros enfoques. Es crucial que se apliquen ambas estrategias: detener las emisiones de CO2 y extraer el CO2 ya emitido. Hacer una no puede ser una excusa para no hacer la otra o fracasaremos.
Nuestro dilema tiene sus raíces en la física básica. Una vez emitido el CO2, permanece en la atmósfera durante milenios, atrapando el calor y calentando el planeta como una manta calienta el cuerpo humano. Lo que no se aprecia suficientemente es que la mayor parte de este calentamiento -más del 93%- se ha transferido a los océanos y ha calentado significativamente los 2.000 pies superiores. Esto está acelerando el derretimiento de los hielos polares y el aumento del nivel del mar en todo el mundo, y seguirá haciéndolo durante siglos.
Y el aumento del nivel del mar se está acelerando a un ritmo peligroso. En 1900, el nivel del mar subía 0,6 milímetros al año. A partir de 1930, con el calentamiento de los océanos y la expansión del agua, el ritmo de subida del nivel del mar se duplicó y volvió a duplicarse, alcanzando los 3,1 mm anuales en 1990. Desde entonces, a medida que el calentamiento de los océanos ha provocado el deshielo de los polos, el ritmo de subida del nivel del mar se ha acelerado aún más. Hoy en día, los océanos están subiendo 6 mm al año (más de dos pulgadas por década), y este ritmo seguirá acelerándose drásticamente.
Dos pulgadas por década puede parecer una nimiedad, pero recuerde: sólo estamos al principio de esta aceleración. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos proyectó en 2017 que el nivel medio global del mar podría aumentar de cinco a 8,2 pies para 2100 (1.5 a 2.5 metros). Cuatro años más tarde, está claro que 8 pies (2.5 metros) es de hecho una proyección moderada. Y las influencias regionales -sedimentación, cambio de las corrientes oceánicas y redistribución de la masa de la Tierra al derretirse el hielo- harán que algunas subidas locales del nivel del mar sean entre un 20 y un 70% superiores a las globales.
Un aumento del nivel del mar de 2,5 metros sería catastrófico. Si no se adoptan medidas de adaptación amplias y muy costosas, la mayor parte de Nueva York y Washington DC, Shanghái y Bangkok, Lagos, Alejandría y otras innumerables ciudades costeras quedarían bajo el agua. Sumergiría el sur de Florida. Y la construcción de diques no servirá de nada en el sur de Florida: la tierra se asienta sobre piedra caliza porosa, por lo que la subida del mar simplemente se filtrará por debajo. Incluso los Países Bajos y Nueva Orleans, protegidos por diques, estarán en graves problemas.
Y lo que es peor, según las tendencias actuales, tendremos suerte si el mar sube "sólo" 2,5 metros en 2100. La razón es que los modelos informáticos utilizados por la NOAA y otros no reflejan lo que sabemos sobre cómo han subido los mares en el pasado. Estos modelos asumen que el aumento del nivel del mar se desarrolla gradualmente, pero el registro geológico muestra que de hecho puede ocurrir en pulsos rápidos. Las temperaturas más cálidas que siguieron a la anterior edad de hielo provocaron la desintegración de un sector de hielo polar tras otro, lo que hizo que los mares subieran en pulsos de tres a 30 pies por siglo (90 cms a 9 metros). En la actualidad, la aceleración del deshielo en Groenlandia y la Antártida es casi con toda seguridad el comienzo de un nuevo pulso de subida rápida del nivel del mar.
Es urgente que la humanidad haga la transición a las energías renovables, deje de quemar combustibles fósiles y desarrolle y despliegue tecnologías para extraer el CO2 de los cielos y los mares. También debemos ser realistas a la hora de adaptarnos a la subida del nivel del mar que ya no se puede evitar. En lugar de construir más en las regiones bajas y gastar dinero público en defensas costeras que están destinadas a fracasar, deberíamos prepararnos para ayudar a la eventual reubicación de personas e infraestructuras de las zonas más amenazadas (y limpiar el terreno antes de la inundación).
Sin estas medidas, llegará un momento, antes de lo que mucha gente cree, en que la civilización tal y como la conocemos se debilitará enormemente o se derrumbará. Sólo podemos evitar este escenario con una planificación, financiación y esfuerzo serios. Nuestros hijos, y sus hijos, se merecen algo mucho mejor de lo que estamos haciendo ahora.
Harold R Wanless, profesor de geología y estudios regionales en la Universidad de Miami, fue uno de los 50 "visionarios que están transformando la política estadounidense" de Politico en 2016.