Fuente: The Guardian - Por Michael Klare - Noviembre 2019
"El cambio climático es una amenaza urgente y creciente para nuestra seguridad nacional, que contribuye al aumento de los desastres naturales, los flujos de refugiados y los conflictos por los recursos básicos como los alimentos y el agua"
Hemos escuchado a los científicos sobre el cambio climático, con sus meticulosos datos sobre la degradación de los ecosistemas y la pérdida de especies. Hemos escuchado a los negadores del clima, con sus desesperados intentos de desplegar argumentos contrarios. Ambos grupos han movilizado importantes grupos de votantes en países fundamentales, produciendo un estancamiento en los esfuerzos mundiales para frenar el ritmo del calentamiento global. Ha llegado el momento, pues, de escuchar a otro grupo de profesionales informados e influyentes: los oficiales militares de alto rango.
Los dirigentes militares no han hablado mucho en público sobre el calentamiento de la Tierra, en parte porque son reacios a involucrarse en cuestiones políticas partidistas (como es el tema climático en estos momentos) y en parte porque los altos funcionarios del gobierno -en los Estados Unidos, por lo menos- han desalentado activamente esa participación. No obstante, los altos funcionarios son plenamente conscientes de los efectos perjudiciales del calentamiento y han elaborado un análisis exhaustivo de sus consecuencias estratégicas. Como demuestro en mi nuevo libro, All Hell Breaking Loose: La perspectiva del Pentágono sobre el cambio climático, los altos funcionarios estadounidenses creen que el calentamiento global ya está amenazando la supervivencia de muchos países pobres y de escasos recursos, y supone un riesgo significativo incluso para las naciones más ricas.
"El cambio climático es una amenaza urgente y creciente para nuestra seguridad nacional, que contribuye al aumento de los desastres naturales, los flujos de refugiados y los conflictos por los recursos básicos como los alimentos y el agua", dijo el Departamento de Defensa (DoD) al Congreso en un memorando de 2015. "Estos impactos ya están ocurriendo, y se proyecta que el alcance, la escala y la intensidad de estos impactos aumenten con el tiempo".
En éste y otros documentos del Pentágono, altos funcionarios han identificado tres vías principales por las que el cambio climático probablemente ponga en peligro la seguridad estadounidense: aumentando el nivel de conflicto y caos en el extranjero; exponiendo al país a efectos climáticos cada vez más destructivos; y obstruyendo la capacidad de las fuerzas armadas para llevar a cabo las misiones que se les han asignado.
Según temen los funcionarios del Pentágono, a medida que aumenten las temperaturas mundiales, los recursos esenciales disminuirán en muchos países pobres y divididos, provocando conflictos entre facciones internas y amenazando la supervivencia de gobiernos frágiles. En este entorno caótico, los grupos terroristas prosperarán mientras que los agricultores desposeídos emigrarán en busca de trabajo, encontrando normalmente hostilidad dondequiera que vayan. Toda esta inestabilidad, temen los generales, dará lugar a pandemias mortales, guerras incesantes y un implacable llamamiento a los Estados Unidos para que proporcionen ayuda humanitaria y apoyo a las tropas.
Igualmente preocupante, en opinión de los generales, es la probabilidad de que el cambio climático cause graves daños en el país. La costa este y la costa del Golfo de México están altamente expuestas a poderosos huracanes, mientras que su oeste y suroeste son vulnerables a sequías e incendios forestales prolongados. Para empeorar las cosas, los científicos temen que los eventos extremos de este tipo se produzcan cada vez más en conjunto, con un desastre que sigue inmediatamente a otro, como los huracanes Irma y María que siguieron a Harvey en agosto-septiembre de 2017.
Para el ejército de los Estados Unidos, la perspectiva de un aumento de la frecuencia de las agrupaciones de tormentas es profundamente preocupante, ya que se pedirá repetidamente a las fuerzas armadas que ayuden a las autoridades locales a prestar servicios de socorro, desviándolas de otras responsabilidades fundamentales. "Eventos climáticos extremos más frecuentes y/o más severos", afirmó el Pentágono, "pueden requerir la participación sustancial de las unidades, personal y activos del Departamento de Defensa en" futuras operaciones de socorro.
Esto será aún más difícil ante la perspectiva de amenazas relacionadas con el clima a las propias capacidades de movilización de los militares. Las mismas tormentas que devastaron gran parte del sudeste en 2017 también azotaron numerosas bases, lo que dio lugar a la evacuación obligatoria de la mayoría del personal. Un predicamento similar surgió en 2018, cuando los huracanes Florence y Michael produjeron graves daños en varias instalaciones clave de Florida y las Carolinas.
Todo esto lleva a lo que podría llamarse un escenario de "todo un infierno", una situación en la que los principales aliados de EE.UU. están pidiendo apoyo a las tropas estadounidenses para evitar el colapso, mientras que el pais se tambalea por varios desastres climáticos importantes y las instalaciones militares vitales están incapacitadas por las tormentas o los incendios forestales.
Para el ejército de EE.UU., esto supondría una amenaza existencial, impidiéndole llevar a cabo su misión fundamental de defender la nación. Para superar este peligro, las fuerzas armadas han emprendido una amplia gama de iniciativas para mejorar su capacidad de resistir los duros efectos del calentamiento y reducir sus propias contribuciones al cambio climático. Entre ellas figuran, por ejemplo, la construcción de diques en bases costeras bajas y grandes inversiones en energía renovable. También se han asociado con los ejércitos de otros países para emprender iniciativas similares.
Hay mucho que todos nosotros - ambientalistas, negacionistas y ciudadanos comunes - podemos aprender de este pronóstico. Para empezar, parece que deberíamos prestar más atención a la forma en que las sociedades humanas se verán amenazadas por los duros efectos del calentamiento y quizás menos a la difícil situación de los hábitats naturales; ambas cosas son importantes, pero nuestra capacidad de sobrevivir a futuras calamidades climáticas dependerá sobre todo de la resistencia de las instituciones humanas. Asimismo, para los negacionistas, es evidente que el tiempo de la discusión científica desapasionada ha pasado y que el cambio climático ya está causando un daño mortal a las naciones que dicen apreciar.
Por último, para el resto de nosotros, debería ser evidente que el cambio climático llegará a tiempo de superar todas las demás amenazas a la seguridad nacional, lo que requerirá una respuesta popular aún mayor que la que ahora se dedica a otras amenazas más familiares. Al igual que los militares, tendremos que construir fuertes barreras a la subida de los mares y otros peligros climáticos, tomar medidas importantes para reducir nuestras emisiones de carbono y, lo que es más importante, colaborar con otros estados para avanzar en estos esfuerzos a escala mundial.
Michael Klare es profesor emérito de estudios sobre la paz y la seguridad mundial en el Hampshire College y autor de 15 libros, entre ellos All Hell Breaking Loose: La perspectiva del Pentágono sobre el cambio climático (Metropolitan Books)