Fuente: Jacobin - ENTREVISTA CON GABOR MATÉ DANIEL MATÉ - 13 de octubre de 2023
El nuevo libro del médico de renombre mundial Gabor Maté examina los profundos daños físicos y psicológicos de la sociedad capitalista "normal", que hace muy rica a una pequeña minoría al tiempo que siembra la enfermedad y la desesperación a gran escala.
Gráfico: Inequidad de la distribución de la riqueza mundial
El Dr. Gabor Maté es un autor y médico de renombre mundial, conocido sobre todo por su trabajo sobre traumas, adicciones y desarrollo infantil. Sus libros reúnen ciencia, mitos, estudios de casos y su propia historia personal: desde sus comienzos en la Budapest ocupada por los nazis, pasando por su participación en los movimientos estudiantiles radicales de los años sesenta, hasta su experiencia trabajando con drogadictos y enfermos mentales en las comunidades más desamparadas de Vancouver. La perspectiva de Gabor sobre la medicina es dialéctica y holística, y hace hincapié tanto en lo social como en lo individual a la hora de considerar la enfermedad y la disfunción.
Su último libro, The Myth of Normal: Trauma, Illness, and Healing in a Toxic Culture (El mito de lo normal: trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica), lo ha escrito junto con su hijo Daniel Maté, dramaturgo de teatro musical afincado en Nueva York. En él, los Maté examinan los profundos daños físicos y psicológicos de la sociedad capitalista "normal", echando por tierra los mitos de un sistema que hace muy rica a una pequeña minoría mientras siembra la enfermedad y la desesperación a gran escala.
En esta entrevista, Gabor y Daniel hablan con el psicoterapeuta estadounidense Chandler Dandridge sobre su nuevo libro, la capacidad del capitalismo para absorber desafíos y resistirse al cambio, el trauma de la derrota de Bernie Sanders en 2020, el genio de Michael Brooks y la búsqueda de formas de tender puentes entre lo espiritual y lo político.
CHANDLER DANDRIDGE: Su libro identifica explícitamente al capitalismo como la fuente de la "cultura tóxica" a la que se hace referencia en el subtítulo del libro. ¿Qué mitos del capitalismo contribuyen a esta cultura tóxica?
GABOR MATÉ: Bueno, en primer lugar, el mito de la libertad. La gente cree que vive en una sociedad libre, pero en realidad tiene muy poca autoridad real sobre su vida. La autoridad es ejercida en áreas significativas por una pequeña élite, que Karl Marx habría llamado la clase dominante. Eso es cierto cuando se trata del control de la información y, obviamente, de la economía. Las decisiones que afectan a la vida de las personas no se toman en beneficio propio, sino con fines de lucro. Y las toman muy pocas personas bajo la apariencia de lo que se llama una sociedad libre.
(Ver ¿Quién maneja la publicidad, el motor del sistema? - aquí)
El segundo mito es la suposición esencial del capitalismo sobre la naturaleza humana: que somos fundamentalmente egoístas, individualistas, agresivos y competitivos. Es falso. Va en contra de lo que sabemos sobre la evolución humana y las auténticas necesidades humanas.
Luego está el impacto del racismo, que tanto ha contribuido a inventar el capitalismo. Y no me refiero a una conspiración, sino a que se ha producido en gran medida de forma orgánica. Cuanto más se pueda dividir a la gente, cuanto más vean a los demás como sus enemigos, menos podrán ver quién mueve realmente los hilos. Así que para la clase obrera blanca estadounidense creer sobre los inmigrantes y los negros, "Si no fueran tan arrogantes, si no fueran tan exigentes, no estaríamos amenazados", es un mito. Pero es un mito muy útil desde la perspectiva de desviar la atención de la gente del verdadero origen de los problemas.
DANIEL MATÉ: El nacimiento de la teoría racial coincide con el colonialismo y el saqueo de tierras extranjeras. Si eres el Imperio Británico -o los holandeses, los españoles o los franceses- y quieres racionalizar y justificar un sistema cuyo modo de funcionamiento consiste en recorrer los siete mares y saquear, matar, violar, expoliar y extraer, es útil tener una visión de los demás pueblos como subordinados a ti desde el punto de vista genético, espiritual y moral. Así que el sistema inventa una ideología para respaldar sus propios compromisos y actividades, y luego normaliza esa ideología.
Además de lo que dijo mi padre, creo que hay sub-mitos del capitalismo, incluyendo algunos de los conceptos básicos que se dan por sentados en cualquier curso de economía o artículo de opinión del New York Times. "Crecimiento", "consumo": piensen en estas palabras. El crecimiento es el objetivo. ¿Y qué significa "crecimiento"? Crecimiento significa una proliferación de una cierta métrica económica llamada PIB. ¿Y con qué está relacionado? Al consumo, que no es más que gente comprando cosas y luego consumiendo cosas. Pero consumir no es lo mismo que nutrir o alimentar. Y un crecimiento desmesurado no es lo mismo que un desarrollo saludable. Este tipo de distorsiones de ideas posiblemente sanas se convierten en los principios ideológicos de un sistema que está empeñado en su propia perpetuación.
CHANDLER DANDRIDGE: Todos ustedes mencionan un par de veces en el libro que los mitos pueden servir a un propósito saludable. ¿Cómo podría ser eso?
DANIEL MATÉ: Creo que tenemos que entender "mito" en el sentido antiguo de la palabra. La forma en que utilizamos "mito" en el título es la forma en que la mayoría de la gente en esta sociedad utiliza la palabra "mito": para significar invención, falsedad, cuento de viejas o leyenda urbana. Pero las leyendas y los mitos han sido una de las bases de la experiencia humana y parte de la forma en que hemos dado sentido a un mundo muy complicado y caótico desde que aparecimos en escena. Somos máquinas de crear mitos, y eso ha tenido un efecto muy positivo en muchas culturas.
Si nos fijamos en la forma en que este libro trata de animar a la gente a pensar en cosas como la salud y la enfermedad, lo presenta en un marco más mítico, en el que todo tiene un significado. Todo tiene una metáfora. Todo está conectado. Todo tiene un propósito. Todo está relacionado con algún tipo de viaje del alma, que intenta reunirse consigo misma, salir de la ilusión y entrar en la claridad. Todas estas cosas son arquetipos míticos.
Y si nos fijamos en cualquiera de las personas del libro cuyas historias de curación se cuentan, encontraron alguna conexión mítica entre ellas y el mundo natural, entre sus heridas más tempranas y sus dones más profundos. Podrías poner cualquiera de estas historias en una película de Hollywood bien escrita o en una gran novela, y serían muy convincentes. Por eso creo que no es una coincidencia que, hacia el final del libro, recordemos a la gente que el mito tiene su lugar.
CHANDLER DANDRIDGE: En el libro, usted habla de la formación médica de Gabor, que insistía en considerar la enfermedad como un fenómeno estrictamente individual. ¿Cómo sería la formación médica en un nuevo sistema social más colectivo?
GABOR MATÉ: En primer lugar, se enseñaría la ciencia, que ni siquiera es vagamente controvertida, respecto a la unidad mente-cuerpo. Dejaría de separar la vida emocional de las personas de su fisiología. Y enseñaría que la vida emocional y la fisiología se ven afectadas por circunstancias externas, de modo que es inútil e insensato hablar del organismo individual como una entidad aislada. En otras palabras, imaginemos que, para variar, siguiéramos realmente la ciencia en lugar de limitarnos a seguir prejuicios o hábitos arraigados o...
DANIEL MATÉ: Ideología.
GABOR MATÉ: O ideología. Lo segundo que haría es formar a los médicos para que se ocupen de sus propios traumas y tensiones en lugar de ignorarlos, en lugar de aguantarse y seguir adelante para salir adelante en el sistema. Y luego, por supuesto, habría educación en trauma en la medida en que la ciencia lo exija, que es un alto grado de necesidad. Enseñaríamos que es el trauma (NT: se refiere a trauma en sentido psicológico) a los médicos. No es que todos tengan que ser especialistas en trauma, pero todos deberían ser conscientes de ello.
Y entonces, por supuesto, se plantea la pregunta: ¿Cómo organizamos la asistencia sanitaria? ¿La organizamos a destajo, de forma que cada paciente sea como un artefacto que se fabrica en el menor tiempo posible? ¿Es ése el tipo de sistema médico que queremos? Cualquier sistema médico basado en el beneficio va a exigir un determinado tipo de práctica a sus participantes, a las personas que lo atienden. Cualquier sistema de investigación alimentado en gran medida por los beneficios de las empresas farmacéuticas producirá ciertos tipos de información e ignorará otros temas. Un nuevo sistema exigiría un gran cambio de enfoque. Por no hablar de que habría que prestar mucha más atención al sentido de agencia y participación del propio paciente, y escuchar mucho más su experiencia.
DANIEL MATÉ: A lo largo de los años, todo tipo de personalidades han hecho observaciones, ya sea intuitivamente o basándose en pruebas y observaciones y en algunas investigaciones sólidas, que apuntan a la unidad mente-cuerpo, al vínculo entre las emociones y la salud, al vínculo entre la biografía y la biología. Entre estas figuras se encuentran William Osler, en Canadá, en el siglo XIX; Soma Weiss, que fue investigador de Harvard a principios del siglo XX. Pero todo se fue por el agujero de la memoria médica.
¿Cómo lo explicaría [Noam] Chomsky? Bueno, hay un aparato ideológico que filtra ciertos tipos de pruebas que no encajan en el sistema. Así que el antídoto, como recomendó Chomsky -se nota que me emociona hablar con Jacobin-, es un curso de autodefensa intelectual.
Creo que lo que este libro defiende en cierto modo, es que los pacientes reúnan sus propios recursos y entren en el sistema sabiendo para qué sirve el sistema y para qué no sirve tanto. Para que insistan todo lo que puedans en tener esa agencia. Sé consciente de que tu médico puede no saber hacer ciertas preguntas. Sé consciente de los trucos de un sistema que, de hecho, lleva mucho tiempo ignorando de forma concertada, asidua y, en este punto, casi deliberada, pruebas muy sólidas que apuntan en una dirección más holística y de mente-cuerpo.
CHANDLER DANDRIDGE: Eso me hace pensar en la parte del libro en la que habla de la curación como un retorno a la integridad, una especie de recuperación de uno mismo, no de superación. Me pregunto qué aspecto tiene eso en un contexto personal, pero también político.
GABOR MATÉ: Muchos pueblos aborígenes hablan de la recuperación del alma. Es como si en algún momento perdiéramos el alma y tuviéramos que intentar recuperarla. Bueno, eso es lo que yo veo como el viaje hacia la plenitud. En un sentido personal, significa estar en contacto con el propio cuerpo y los propios sentimientos, y no ignorarlos para ser aceptado o aprobado por los demás.
En un sentido social, realmente hemos perdido el rumbo. Hay ciertas necesidades humanas que no son negociables. No podemos negociar que desaparezcan. Podemos renunciar a ellas, pero entonces sufrimos cuando lo hacemos. Cuando no se satisfacen, habrá sufrimiento y mala salud en todos los sentidos de la palabra. Entre ellas están tener un propósito en la vida, tener agencia y autoridad en la propia vida y estar conectado con otras personas. Satisfacer todas estas necesidades es necesario para gozar de plena salud y plenitud. A nivel social, esto significa que todas las instituciones, estructuras políticas e ideologías que socavan estas cualidades deben ser eliminadas o transformadas.
DANIEL MATÉ: Junto a eso, existe la necesidad de estar despiertos en el sentido original y, creo, más útil de la palabra, como conscientes de las formas en que esos sistemas presentarán simulacros de esas necesidades en lugar de las reales y nos las venderán. Nombra cualquier necesidad humana que sea genuina y nutritiva -agencia, conexión, contacto, realización, felicidad, vitalidad- y el sistema en el que vivimos tiene una versión distópica de ella (NT: el entrevistado dice "tiene una versión Soylent Green (Nombre en inglés de la película "Cuando el destino nos alcance") de ella.
Si nos fijamos en la cultura y vemos a la gente actuar de diversas maneras, todo el mundo se las arregla. Todo el mundo está tratando de encontrar algún sentido de agencia, orgullo, pertenencia, tribu - estas cosas que, en una sociedad sana, en un mundo sano, en realidad todos tendríamos acceso de una manera sostenible que no nos enfrenta unos contra otros.
La recuperación del alma es un proceso colectivo. Un aspecto sería mirar a nuestro alrededor y ver lo hambrientos que estamos todos de ello y ponernos en acción. Como decimos en el libro, la curación quiere producirse de forma natural. Los seres humanos intentan de forma natural volver a una especie de homeostasis espiritual, y también física. Sólo tenemos que reconocer las señales y las oportunidades cuando se presentan.
Para muchos de nosotros, la campaña de Bernie Sanders, especialmente la última, ofrecía la visión de un futuro en el que estas necesidades fueran realmente atendidas, o al menos no frustradas activamente por el sistema. Lo que ocurrió ocurrió, y hay muchas formas de analizarlo. Pero fue asombroso mirar a nuestro alrededor y ver lo hambrientos que están todos de ello, y ver cómo sería no contribuir a una mayor división y polarización que no hace sino enfrentarnos unos contra otros en beneficio del sistema.
CHANDLER DANDRIDGE: Quiero quedarme con la campaña de Bernie por un minuto. ¿Fue traumática la derrota de Bernie en la campaña de 2020? ¿Y cómo debería interiorizar la izquierda ese trauma para curarse de él?
GABOR MATÉ: Nada en sí mismo es traumático. Depende de a quién le ocurra y cómo lo procese. Así que para algunas personas, la desaparición de Bernie en 2020 podría haberles dejado más desesperanzados y constreñidos, con menos sentido de la agencia y la posibilidad, en cuyo caso se podría decir que es una especie de trauma político. Para otros, podría haber sido simplemente instructivo sobre lo que funciona y lo que no funciona, y cómo seguir adelante absorbiendo algunas de las lecciones de ese revés en particular. Que haya sido traumático o no depende de quién lo experimente y de cómo lo procese.
DANIEL MATÉ: Como alguien que está mucho más enchufado a la izquierda en línea que mi padre, lo que he observado es que funcionalmente, colectivamente, ha sido extremadamente traumático -y no hablo sólo de individuos, sino del sentido de una izquierda socialista cohesiva, emergente y democrática con una visión positiva. Y ocurrió casi inmediatamente. Cuando todo se derrumbó, hubo un momento de dolor, y luego todo el mundo corrió hacia sus esquinas. Y se ve en la fractura de alianzas entre varias figuras de los medios de comunicación, podcasters, anfitriones de YouTube. Quiero decir, en cierto sentido es tan tonto y superficial, pero se ha vuelto muy rencoroso.
La gente ya no se habla. Todo el mundo se ha re-silenciado en varios rincones, y cada uno tiene su propia marca. Esa sensación de un hilo unificador y organizador y una visión en torno a la que todos pudieran unirse ha desaparecido. Lo que no significa que no pueda volver, pero creo que está fracturado. La derrota puso de manifiesto las fisuras existentes y las exacerbó. Así que lo que hace falta es que se produzca algún tipo de curación y que la gente lo deje y vuelva a algo positivo, porque es triste ver cuánta energía se dedica a difamar, calumniar y machacar botones de "me gusta".
GABOR MATÉ: En cuanto a mí personalmente, no fue traumático, porque sólo era lo que esperaba. No espero que el capitalismo permita que nadie lo elimine. Ni Bernie Sanders estuvo siquiera cerca de amenazar con hacerlo. Pero era una amenaza suficiente como para que fuera inevitable que, dentro de las estructuras de lo que se llama política democrática -no sólo demócrata en el sentido de las grandes D, sino en un sentido más amplio-, fuera marginado. No iba a ganar. Quiero decir, eso es obvio. Y cualquiera que se sintiera decepcionado simplemente vivía en un mundo de ensueño, en lo que a mí respecta.
CHANDLER DANDRIDGE: ¿La locura de la juventud?
DANIEL MATÉ: Me lo dijo. Me lo dijo.
CHANDLER DANDRIDGE: Usted cita a Greta Thunberg como fuente de inspiración en el libro. ¿Cree que la política de la generación más joven, que creció en las caóticas dos primeras décadas de este siglo, ofrece alguna esperanza para el futuro?
GABOR MATÉ: Mire, cuando yo era un estudiante radical en los años 60, los progresistas de más edad decían que nosotros éramos la esperanza para el futuro. Siempre se tiende a mirar a la generación más joven como si de algún modo fuera la que lo va a hacer. No es tan sencillo. Ya no se oye hablar mucho de Greta Thunberg, ¿sabes?
CHANDLER DANDRIDGE: No, no se oye.
GABOR MATÉ: No se oye. Y Greta Thunberg no fue la primera. Cito, en el libro, a Severn Cullis-Suzuki, cuyo nombre probablemente ni siquiera conozcas. Pero ella hizo un discurso en la conferencia del clima de la ONU en 1992 en América del Sur. Tenía doce años, era brillante, elocuente, hiperarticulada, muy presente emocionalmente, pero también muy apasionada. Y habló casi exactamente con las mismas palabras con las que Greta habla ahora sobre el cambio climático. Y causó una gran sensación internacional, como siempre hacen las mujeres jóvenes, atractivas y elocuentes. ¿Dónde está eso hoy? En ninguna parte.
Este sistema tiene la capacidad de absorber y soportar estos retos. Así que no, no creo que sea una cuestión de generaciones. Creo que es una cuestión de transformación social a gran escala, un proceso en el que la generación más joven desempeñará un papel. Pero no creo que podamos hacerlo voluntariamente. No se transforma el sistema sólo porque uno lo decida. Las transformaciones sistémicas ocurren. Son un movimiento histórico propio. El reto es: En cualquier etapa en la que nos encontremos, ¿qué vamos a hacer? ¿Vamos a actuar y vamos a persistir? No podemos por nosotros mismos hacer girar la rueda de la historia. Eso está más allá de la voluntad de cualquier generación o grupo en particular. Podemos contribuir. Y lo que espero que la gente saque del libro es la conciencia de que no sólo es posible contribuir, sino que es lo mejor que se puede hacer. El resto no está necesariamente en nuestras manos.
DANIEL MATÉ: Podría añadir dos cosas. En primer lugar, una de las facetas de la toxicidad de nuestra cultura es la forma en que las generaciones están separadas y distanciadas unas de otras. Ninguna cultura sana tendría tales brechas generacionales, en las que una generación no puede hablar el idioma de la siguiente, y en las que se supone que no tenemos nada que aprender unos de otros en ninguna dirección. Los ancianos solían ser el instrumento clave de transmisión de la sabiduría y la cultura. Ahora no tenemos ancianos, tenemos viejos. Presionar contra la alienación intergeneracional es clave para volver a unir al mundo. Se ve en los movimientos políticos sanos. La vieja y la nueva guardia tienen algo que decirse.
Otra cosa que añadiría es que, aunque estoy de acuerdo con mi padre en que la idea romántica de que los jóvenes nos salvarán es errónea, creo que cada generación nacida en una época determinada tiene ciertos dones que puede aportar. También tienen ciertos retos únicos. ¿Pero esta generación? Quiero decir, yo soy de la Generación X; pensaba que estábamos hastiados. Esta generación que llega ahora a la mayoría de edad no se hace ilusiones de que vaya a heredar un mundo más próspero que el de sus padres. Y esa desilusión como postura por defecto también podría ser un superpoder. Podrían utilizar su experiencia vivida para perfeccionar una especie de visión objetiva de la propaganda y de la supuesta normalidad, lo que podría ayudarles a construir. Sin embargo, también existe el riesgo de la parálisis, el nihilismo, la desesperación, la resignación y el hedonismo, y todas las escapatorias del dolor que eso conlleva. Hay regalos y oportunidades en cada momento, y también peligros reales. No creo que los peligros hayan sido nunca mayores.
CHANDLER DANDRIDGE: Me encantó ver que citaba en el libro al difunto gran comentarista de izquierda y colaborador habitual de Jacobin, Michael Brooks, cuando escribía sobre cómo tender puentes entre lo espiritual y lo político. ¿Podría hablarnos de lo que Michael significó para usted?
DANIEL MATÉ: Conocí a Michael Brooks en un acto en Harvard, y era tan cálido y amable. Viendo su programa, realmente percibías el propósito de su corazón. Hay muchos programas en YouTube en los que la gente es inteligente, divertida o tiene razón. Pero con Michael, había una especie de emanación del corazón en términos de por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo.
No era un tipo que se hiciera ilusiones. Desmenuzaba las toxicidades del sistema como nadie. Tenía una gran mente analítica. Pero había una energía positiva en él que creo que ejemplificaba lo que en la tradición judía se llama tikkun olam, reparar el mundo, como una especie de vocación, una razón para hacer política o medios de comunicación políticos.
Cuando murió, lo sentí de verdad. Muchos de nosotros lo sentimos. Como si se hubiera apagado una luz brillante, porque lo normal es estar hastiado y no ser tan abierto de corazón. Y cuando oí a Lisha, su hermana, citarlo, pensé: "De eso se trata". El hecho de que viniera de un tipo de los medios de comunicación políticos - quiero decir, podría haber venido de Thich Nhat Hanh. Michael Brooks fue alguien que creo que nos mostró que esas dos esferas es mejor que estén íntimamente superpuestas, no que se mantengan separadas. La interior y la exterior.
CHANDLER DANDRIDGE: Como psicoterapeuta, me interesa mucho reconciliar el yo con lo social. Gabor, en este libro escribes de forma muy personal sobre tu propia curación. ¿De qué manera tu propia curación ha mejorado tu vida política? ¿Es importante esta dialéctica?
GABOR MATÉ: En la izquierda, es muy importante. Mis opiniones políticas no han cambiado mucho desde que era un estudiante radical en los años sesenta. Quizás me he vuelto más sofisticado y matizado, pero las viejas líneas generales de cómo veo el sistema no han cambiado. Lo que no me gustaba entonces, no me gusta ahora: la guerra de Vietnam es la iteración previa de Afganistán o Irak o Gaza o cualquier número de atrocidades. Pero el fervor emocional que puse en ella, que siempre pensé que estaba justificado por la causa, en realidad provenía de una rabia no resuelta en mí que no tenía nada que ver con la política. Tenía que ver con un trauma no resuelto. Y en la medida en que esta rabia y hostilidad impregnaban mi discurso, lo hacían mucho menos eficaz cuando se trataba de convencer a alguien que aún no veía mi camino.
Tanto la izquierda como la derecha tienen estas huellas traumáticas que promulgan. La derecha suele estar formada por personas maltratadas que se identifican con el poder para que no les vuelvan a hacer daño. Eso es básicamente. Ya sabes, como [Donald] Trump. Big Daddy me protegerá para que nunca me vuelvan a hacer daño, como me lo hizo mi verdadero padre. Y odian la vulnerabilidad. Atacan a la gente vulnerable porque odian su propia vulnerabilidad. Así que esa es la huella traumática de la gente de derecha muy a menudo.
La gente de izquierdas, por otro lado, también sufrió en su infancia, y cogen esa rabia que no está resuelta en ellos y la proyectan en la política, lo que les hace poco tolerantes y mucho menos eficaces. Cuando hablan con personas que no lo ven a su manera, que no son conscientes o tal vez son más ignorantes, o no están en contacto con los problemas reales, hay una tendencia a hablar de una manera muy hostil y muy degradante. Eso es un trauma no resuelto por parte de la gente que viene de la izquierda, como lo fue en mi caso. El trabajo personal, sobre todo para las personas que quieren cambiar las cosas, es muy importante. En la medida en que la gente no lo haga, podrá atraer a algunos seguidores con cierto grado de carisma, pero no convencerá a nadie que no lo vea ya a su manera.
DANIEL MATÉ: Y no dejemos al centro fuera del análisis, porque están dañados como el infierno, también. Son los niños que sólo quieren que papá y mamá se lleven bien. No agites el barco. Hay toda una capa de trauma que se puede ver en el llamado centrismo de estos días que puede ser muy ciego a las quejas y agravios genuinos de cualquiera de las partes.
GABOR MATÉ: Ya no sé qué demonios significa "centro", pero el hecho es que mucha gente niega la realidad. Y la propensión a negar la realidad proviene de una experiencia dolorosa.
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