Por Carolina Flynn para Climaterra - en base a Fuentes de la violencia de Rollo May.
En medio de un genocidio, muy cerca de un conflicto nuclear, y transitando una crisis ecológica que no es más que la violencia de una civilización contra la "naturaleza", nunca hubo un momento tan importante de entender el impulso de destrucción humana, las causas de la violencia humana.
Jung insistió mucho en la necesidad de la integración de la sombra (el lugar en la psique donde se acumulan todas las características que rechazamos de nosotros mismos), y los peligros que corría nuestra civilización si esto no ocurría:
"«. ...la gente moderna... es ignorante de lo que realmente es. Simplemente hemos olvidado lo que realmente es un ser humano (...). Tenemos que descubrir nuestra sombra. De lo contrario, nos veremos abocados a una guerra mundial para ver qué bestias somos». (Carl Jung, Visiones: Notas del seminario impartido en 1930-1934)
La modernidad, dicen Miguel Benasayag y Bastian Cany en Contraofensiva, es el sueño, la ilusión, la utopía (devenida en distopia y pesadilla) de eliminar toda negatividad. "El sentido del progreso descansaba en el sueño de un mundo sin sombra, emancipado de todo sufrimiento, enfermedad, escasez e ignorancia."
La modernidad, entonces, es la ideología que -per se- rechaza la sombra, que pretende eliminarla a través de la razón y de su extensión en la técnica (cualquier problema será solucionado con más técnica), es la ideología que cree que llegará el momento que todas las negatividades serán eliminadas (¿inseguridad? más cámaras, más vigilancia, más patrulleros, más policías; ¿destrucción planetaria? conquistaremos Marte, absorberemos carbono, instalaremos paneles solares; ¿muerte? ya alcanzaremos la inmortalidad.) De hecho la última versión de la modernidad, el transhumanismo es el "movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías, para que se puedan eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana"
Y Jung nos recuerda que «Cuando uno trata desesperadamente de ser bueno y maravilloso y perfecto, entonces tanto más la sombra desarrolla una voluntad definida de ser negra y malvada y destructiva. Las personas no pueden ver eso; siempre se están esforzando por ser maravillosas, y entonces descubren que suceden cosas destructivas terribles que no pueden comprender, y o bien niegan que tales hechos tengan algo que ver con ellas, o si los admiten, los toman por aflicciones naturales, o intentan minimizarlos y trasladar la responsabilidad a otra parte. El hecho es que si uno intenta más allá de su capacidad ser perfecto, la sombra desciende a los infiernos y se convierte en el diablo». (Carl Jung, Visiones: Notas del seminario impartido en 1930-1934)
En su libro Fuentes de la Violencia, el psicólogo existencialista estadounidense Rollo May, analiza las causas de la violencia y nos explica que tenemos un malentendido con el poder, que lo confundimos con el abuso de poder, y que no hacerse cargo de nuestro propio poder conduce a la impotencia. Y la impotencia conduce -irremediablemente- a la violencia. La falta de significación y apatía -que es la experimentación a nivel subjetivo de la falta de poder y que en nuestra sociedad materialista abundan- son también manifestaciones de impotencia .
No es de extrañar entonces el estado de situación del mundo.
A continuación resumimos algunos de los conceptos más importantes del libro:
Impotencia y violencia
"El poder es esencial para toda cosa viviente. El hombre en particular, arrojado desde hace eternidades sobre esta árida corteza terrestre, con la esperanza y el imperativo de la supervivencia, encuentra que en cada momento de su lucha con la tierra y con sus semejantes debe emplear sus poderes y enfrentar fuerzas que se le oponen. Por inseguro que se haya sentido durante centurias, por más que lo hayan acosado limitaciones y debilidades, aunque lo derribe la enfermedad y, en última instancia, la muerte, sigue haciendo valer sus poderes en la creatividad. Un producto de ella es la civilización.
La palabra poder deriva del latín posse, que significa “ser capaz”. (…) Los aspectos cooperativos y de amor de la existencia se dan junto con los aspectos competitivos y de poder, pero si la vida ha de ser gratificante, ni unos ni otros pueden ser descubiertos. No es mediante la abdicación de nuestros poderes, sino usándolos de manera cooperativa, como llegamos a ganar la apreciación del mundo y el apoyo de nuestros semejantes.
La capacidad del infante para hacer frente a las necesidades se convierte, a medida que el adulto crece, en la lucha por la autoestima y por el sentido de significación en cuanto persona. (…) debo ser capaz de decir yo soy, de afirmarme en un mundo interior del cual, mediante mi capacidad de hacerme valer, introduzco significado, creo significado.
Lejos de considerar al poder como un término únicamente insultante, que ha de ser aplicado a nuestros enemigos (es decir, ellos están movidos por el poder, en tanto que a nosotros nos motivan únicamente la benevolencia, la razón y la moralidad) empleo la palabra "poder" como descripción de un aspecto fundamental del proceso vital. (…) si desdeñamos el factor de poder, tal como se tiende a hacerlo actualmente como reacción contra los efectos destructivos del abuso del poder, perderemos valores que son esenciales para nuestra existencia como seres humanos.
Buena parte de la vida humana puede ser considerada como el conflicto entre el poder por una parte (o sea, formas efectivas de influir sobre los otros, logrando así en las relaciones interpersonales la sensación de la propia significación) y la impotencia por la otra.
EN verdad, la razón principal de que la gente se niegue a encarar en su totalidad el problema del poder es que, si lo hiciera, tendría que enfrentarse con su propia impotencia.
Pues la violencia echa raíces en la impotencia y la apatía.
NO recuerdo otro momento, durante las cuatro últimas décadas, en que se haya hablado tanto de las capacidades y potencialidades del individuo y en que éste haya tenido tan poca confianza auténtica en su poder de significar algo, psicológica o políticamente.
La necesidad de potencia, que es otra manera de decir “la lucha por la autoestima”, nos es común a todos. La violencia no se genera a partir de la superfluidad del poder, sino a partir de la impotencia. Como tan bien lo expresó Hannah Arendt, la violencia es la expresión de la impotencia.
La urgencia de significación
"He dicho que el poder y la sensación de significación se entrelazan. El uno es la forma objetiva y la otra la forma subjetiva de la misma experiencia. En tanto que el poder se extravierte típicamente, la significación no puede extraverterse en modo alguno, pero puede manifestarse (y ser lograda) mediante la meditación u otros métodos subjetivos e introvertidos. La persona experimenta la sensación de significación, como una sensación de poder, en cuanto es algo que le ayuda a integrarse y que ulteriormente hace de él un ser más eficiente en sus relaciones con los otros.
Cuando las sensación de significación se pierde, el individuo desplaza la atención hacia formas de poder diferentes, y con frecuencia pervertidas o neuróticas con el fin de obtener algún sustituto para la significación.
El problema peculiar de EEUU (y de todo el mundo) en este momento de la historia es la perdida generalizada de la sensación de significación individual, una perdida que se percibe interiormente como impotencia.
Ningún ser humano puede existir durante mucho tiempo sin cierta sensación de su propia significación. Ya sea que la obtenga baleando a algún desconocido por la calle, o llevando a cabo una labor constructiva, o mediante la rebelión o por la vía de fantasías (…) tiene que ser capaz de experimentar esa sensación de “yo cuento para algo”, y poder vivenciar efectivamente esa significación que siente. La carencia de esa sensación de significación, y la lucha por conseguirla, en encuentran en la base de muchos actos de violencia.
Las 5 formas de poder o su falta (impotencia) que conducen a la violencia
La tesis de May es que en la vida de todo ser humano hay cinco niveles de poder, y si no pueden ser cubiertos, terminan en la violencia. Es decir es un análisis de cómo la impotencia nos va llevando a la violencia.
El poder se halla presente en cada uno de nosotros como 5 potencialidades y exige hacerse valer de distintas formas. Como una cadena que se despliega, la negación de la expresión de una forma sana de poder derivará irremediablemente en la agresión y la violencia, y esto -repetimos- está presente en cada uno de nosotros.
1 -Poder de ser: como puede verse en el recién nacido, este poder es básico para que en el niño se desarrolle lo que llamamos personalidad. Si se le niega la experiencia de que sus acciones pueden obtener respuesta de quienes lo rodean, el término final de la impotencia es la muerte. El poder de ser no es bueno ni malo; es anterior a ambas cosas, Pero no es neutral. Es menester que sea vivenciado, porque de otro modo los resultados serán la neurosis, la psicosis o la violencia.
2 – Autoafirmación: todo ente tiene necesidad de ser, pero también de afirmar su propio ser. Esto es especialmente significativo para el organismo humano, que está dotado de autoconciencia, o, si se prefiere, condenado a tenerla. Esta conciencia de sí no es innata sino que comienza a desarrollarse en el infante a las pocas semanas, tarda varios años en alcanzar su pleno desarrollo y sigue completándolo toda la vida. Emerge entonces el problema de la significación, y con él, la larga y decisivamente importante búsqueda de autoestima o de algún sustituto de la misma, acompañada por el dolor que provoca su carencia. Con los seres humanos, el problema principal ya no es la mera supervivencia física, sino la supervivencia con cierta estima.
La exigencia de reconocimiento se convierte en el clamor central de esa necesidad de autoafirmación. Si la significación y el reconocimiento se dan por sentados, el niño simplemente los da por supuestos y vuelve la atención a otras cosas. Pero si, la autoafirmación se encuentra bloqueada, se convierte en una necesidad compulsiva que esclaviza a la persona durante toda su vida. Si la afirmación se dificulta frente a la pauta parental “te amamos únicamente si nos obedeces”. De tal manera, el niño queda atrapado en los aspectos destructivos de la competitividad, de la compraventa de sí mismo y del mundo: los otros toman su autoafirmación como algo que los disminuye, y el niño se ve disminuido por la autoafirmación de ellos.
3 . Autoaserción: cuando la autoafirmación encuentra resistencia, nos esforzamos más y expresamos poder en nuestro porte, para poner en claro lo que somos y lo que creemos; lo enunciamos ahora en contra de la oposición. Es más fuerte que la autoafirmación. Es una potencialidad que todos tenemos, la de reaccionar al ataque. ¡Aquí estoy, exijo que me tengáis en cuenta!, de esta forma hacemos que a los otros les resulte inevitable vernos.
4 – Agresión: cuando la autoaserción se encuentra bloqueada durante mucho tiempo –como le pasa a muchas minorías- tiende a aparecer esta forma más enérgica de reacción. En contraste con la autoaserción, que traza una línea en cierto punto: “este soy yo, esto es mío”, la agresión es un movimiento de penetración en las posiciones de poder o de prestigio o en el territorio de otro y una toma de posesión de parte de esos territorios por el agresor. Se trata de una fase del comportamiento que existe como potencialidad en todas las personas y que, si se da la situación adecuada, puede desencadenarse en acción. Cuando al individuo se le niegan completamente las tendencias agresivas durante cierto tiempo, estas se cobran su parte en la forma de un amortiguamiento de la conciencia que convierte al individuo en un zombie, en la neurosis, la psicosis o la violencia.
5 –Violencia: cuando todos los esfuerzos dirigidos hacia la agresión son ineficaces, se produce la explosión primaria que se conoce como violencia. La violencia es principalmente física porque las otras fases, en las que puede intervenir el razonamiento o la persuasión, han sido bloqueadas y excluidas. En los casos típicos, el estímulo que desde el medio se transmite al individuo se traduce directamente en el impulso violento a golpear, sin intervención del cerebro.
La situación se hace verdaderamente trágica cuando pueblos enteros se ven colocados en una situación en la que se les hace casi imposible lograr significación.
Si las otras fases del comportamiento se hallan bloqueadas, es posible que la explosión de violencia sea la única vía con que cuentan los individuos o los grupos para liberar una tensión insoportable y alcanzar una sensación de significación. Con frecuencia se hable de la tendencia a la violencia como de algo que se va armando dentro del individuo, pero es también una reacción ante las condiciones externas. La fuente de la violencia debe ser vista en sus manifestaciones internas tanto como en las externas, como respuesta a una situación que se percibe como bloqueando y excluyendo toda otra forma de reacción.