Pese a lo acordado de limitar la temperatura a 2°C, en lo posible 1.5°C las actuales políticas nos llevan a más de 3°C. Los paises se niegan a cambiar los objetivos.
Fuente: El País - Diciembre 2019
El Acuerdo de París, obliga a sus firmantes a intentar que el calentamiento se quede dentro de unos límites no catastróficos. De esta forma, y partiendo del conocimiento científico, establece el objetivo de que el incremento medio de la temperatura no supere los 2°C respecto al nivel preindustrial y, en la medida de lo posible, 1,5°. Para lograrlo, todos los firmantes del Acuerdo de París deben presentar planes de recorte de emisiones. Pero, a pesar de las declaraciones y los objetivos firmados, los compromisos que hicieron las naciones en ese momento y que aún perduran, llevarán a un incremento de la temperatura de al menos 3,2°C grados. Por eso el propio Acuerdo de París obliga a que se revisen al alza esos planes nacionales de recorte de emisiones.
La ONU y un grupo de Estados —entre los que figuran los países insulares y la Unión Europea— abogan por que ya en 2020 se presenten las revisiones de los objetivos. Y 84 países, entre los que están Alemania, Francia, el Reino Unido y España, se han comprometido ya a hacerlo así. Pero el problema no son los que están, sino los que faltan; ni EE UU, ni China, ni la India ni Rusia se han sumado a esa iniciativa, impulsada por la presidencia de la COP25. Además, algunos de estos grandes emisores —juntos acumulan casi el 55% de todos los gases de efecto invernadero que expulsa la economía mundial— no quieren que se haga ningún llamamiento a que los países aumenten sus planes de recorte en 2020 en el texto final de la cumbre. A esos grandes emisores se les unen otros países en desarrollo, como los africanos, que insisten en que se debe analizar lo que han hecho hasta ahora los desarrollados y no solo en materia de mitigación (recortes), sino también en adaptación. Es decir, exigen que se revise si los Estados ricos han cumplido con sus promesas de ayudar económicamente a los países en desarrollo a adaptarse a un cambio climático.
El otro gran punto de atasco es el artículo 6, el que hace referencia a los mercados de intercambio de derechos de emisiones de CO2. Con el Protocolo de Kioto se generaron millones de unidades de carbono, que se emplean para compensar las emisiones. Por ejemplo, un país (o una empresa) que tiene que compensar el CO2 que emite acude a los mercados existentes y adquiere esas unidades. El problema, como explica el ministro de Medio Ambiente de Costa Rica, Carlos Manuel Rodríguez, es que en muchos casos no ha existido una verdadera verificación sobre los proyectos que había detrás de esas unidades —por ejemplo, de reforestación—. Algunos países que acumulan muchas unidades, como Brasil, Australia o la India, pretenden que se puedan seguir utilizando con el Acuerdo de Kioto. El otro punto de bloqueo en este artículo es el de cómo evitar la doble contabilidad: que una misma unidad no se pueda contabilizar en el país que la genera y en el que la compra.