Fuente: Phys.org - Por Tom Maddox y Nathan Williams, Fauna & Flora International -
N.T: El artículo fue resumido.
La pregunta que se plantea ahora es si podemos utilizar esta crisis para popularizar historias alternativas, historias en las que el capital natural, humano y social se valora por encima del capital creado por el hombre, en las que el progreso se define por el bienestar real de las personas, y no únicamente por el crecimiento económico o los beneficios financieros.
El hecho de que COVID-19 surgiera como resultado de la destrucción de la naturaleza ha provocado una mayor conciencia de la relación entre la naturaleza y la salud humana. Los conservacionistas y los expertos en salud humana han reconocido desde hace tiempo los vínculos entre la salud ambiental y la salud humana, y la pandemia ha hecho que estas conversaciones se hayan popularizado.
El mundo está en un punto crítico en materia climática y ambiental. El COVID-19 demostró que cuando una amenaza es clara, aceptada y comunicada, la gente está dispuesta a hacer cambios extraordinarios e inmediatos en su forma de vida. Y cambios de gran magnitud deberán hacerse, porque la gravedad de los impactos de una pandemia palidecen hasta ser insignificantes cuando se comparan con los impactos proyectados de otras amenazas ambientales. En el Informe sobre los riesgos mundiales para 2020 del Foro Económico Mundial se clasificaron los cinco riesgos ambientales (el cambio climático, la pérdida de la diversidad biológica, las condiciones meteorológicas extremas, los desastres naturales y los desastres naturales causados por el hombre) como mayores que la amenaza de las enfermedades infecciosas en términos de impacto y probabilidad.
La pregunta que se plantea ahora es si podemos utilizar esta crisis para popularizar historias alternativas, historias en las que el capital natural, humano y social se valora por encima del capital creado por el hombre, en las que el progreso se define por el bienestar real de las personas, y no únicamente por el crecimiento económico o los beneficios financieros.
Reconstruir mejor
Afortunadamente, ya hay historias cada vez más desarrolladas que rivalizan con el statu quo. Pero no son necesariamente historias con la naturaleza en su corazón. La protección de la naturaleza requiere un cambio económico, social y político. El reto es asegurar que los valores ambientales se integren en las diversas ideas que se están formando para "reconstruir mejor", y asegurar que las historias se apoyen mutuamente en lugar de competir por la atención. Algunas facetas de esa historia incluyen:
Reconocer a la biosfera como el fundamento del bienestar humano, con relaciones intrínsecas con la salud humana, la nutrición humana y la regulación de los sistemas planetarios de los que depende casi todos los aspectos de la vida humana.
Redefinir la idea de "naturaleza humana". Las personas son innatamente altruistas, empáticas y cooperativas, no sólo los "seres económicos" y consumidores individualistas y competitivos que se supone que son en muchas partes del mundo. La pandemia ha puesto en primer plano valores tales como el aprecio de los trabajadores clave, pasar tiempo con las familias, las comunidades y en la naturaleza. Muchas personas tienen una profunda conexión con su medio ambiente, más allá de los beneficios inmediatos que éste proporciona.
La redefinición de los marcos económicos para centrarse en la promoción del bienestar y la igualdad humanos dentro de límites ambientales y sociales claros, en lugar de en el crecimiento del PIB y la acumulación de capital, son todos ellos indicadores inadecuados del bienestar. El capital creado por el hombre no puede existir sin la naturaleza que lo sustenta.
La adecuación de los marcos políticos a los nuevos marcos económicos. Los gobiernos deben centrarse en su función fundamental de proteger a los ciudadanos y los bienes públicos, incluidos los sistemas de salud y el medio ambiente. Los paquetes de estímulo posteriores a la pandemia representan la oportunidad de poner en marcha los nuevos marcos.P
Por último, las empresas tienen la oportunidad de reescribir su contrato social y contribuir a un nuevo sistema relanzado. La demostración de un impacto positivo neto en la sociedad y en los entornos en los que operan debería ser un requisito previo para su funcionamiento. El camino hacia una economía floreciente y creadora de empleo después de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático debe pasar por las prácticas comerciales ecológicas, la transición a la energía y el transporte sin carbono, así como por sistemas de producción de alimentos nuevos y resistentes. Las empresas que demuestren esos efectos mediante mediciones ambientales, sociales y de gobernanza deben ser apoyadas y recompensadas. Las empresas que no lo hagan deberían ser penalizadas y reformadas.
Estas son sólo algunas de las facetas de la nueva historia que debemos contar. Los conservacionistas tienen un importante papel que desempeñar para contar esta historia, colaborar con otros y asegurar que se aprovechen las oportunidades de un cambio planetario duradero.