Fuente: RCF.fr - abril de 2018
¿Cómo ha llegado el hombre moderno a destruir la tierra que le cobija? Para el filósofo Dominique Bourg debemos abordar las raíces espirituales de la violencia...
Una negación cada vez menos comprensible. Mientras las alarmas siguen sonando, mientras los recursos de hidrocarburos empiezan a agotarse seriamente, mientras las previsiones de calentamiento global se han revisado al alza, y mientras el pasado mes de noviembre -un hecho absolutamente inédito- el periódico Le Monde publicó "Le cri d'alarme de quinze mille scientifiques sur l'état de la planète" (El grito de alarma de 15.000 científicos sobre el estado del planeta), seguimos creyendo que nuestro sacrosanto progreso nos traerá soluciones. Dominique Bourg, autor de "Une nouvelle Terre" (publicado por DDB), cuestiona nuestro materialismo, tan desarrollado que nuestra civilización está destruyendo las bases materiales de nuestra vida en común.
"Para los pueblos tradicionales, lo natural es respetable. Para nosotros, los occidentales, el mundo natural no tiene ningún valor, sólo vale en la medida en que puede ser explotado y transformado.
Clima y biodiversidad, todo está relacionado
"Una biodiversidad más sana significa que podemos afrontar mejor el cambio climático; acelerar el cambio climático significa acelerar la destrucción de las poblaciones vivas. Los investigadores del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y de la IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas) lo tienen claro: nos dirigimos a un preocupante calentamiento del clima y ya hemos entrado en la sexta extinción masiva de especies. Calentamiento global y biodiversidad: todo está vinculado, "no debemos disociar en ningún caso las cuestiones climáticas", explica Dominique Bourg.
Antropoceno vs. Progreso
Si el término Antropoceno se utiliza a menudo, es para significar que la humanidad se ha convertido en "la principal fuerza geológica", pero una fuerza de destrucción. En resumen, estamos destruyendo el sistema en el que vivimos y que nos sostiene. "Estamos en proceso de degradar, de forma acelerada ahora, las condiciones de habitabilidad a muy largo plazo del planeta Tierra para las especies humanas y otras.
Las soluciones se encontrarán a través del progreso científico: este es "el credo occidental en toda su ingenuidad", dice el filósofo. Producir aerogeneradores para emitir menos carbono sigue siendo producir carbono, y "cuando somos miles de millones los que hacemos menos, eso hace más".
Exosomatización
Para entender el punto de vista de Dominique Bourg sobre cómo hemos llegado hasta aquí y nuestro comportamiento depredador hacia la materia, tenemos que pasar por el concepto de "exosomatización". El término parece ser aprendido, y se refiere al hecho de que un individuo produce órganos artificiales para compensar lo que no es capaz de hacer naturalmente. Así, la exosomatización de nuestras capacidades cinéticas, es decir, las relacionadas con el movimiento del cuerpo humano, correspondería, por ejemplo, a la máquina, que crea trabajo en lugar del cuerpo humano.
En el caso de la exosomatización de nuestras capacidades mentales, comienza con el alfabeto griego, el primero que logró aislar las vocales de las consonantes. Esto puede parecer un detalle, pero en realidad este alfabeto permitía que la palabra existiera independientemente de su hablante y, por tanto, que "pensara la esencia", que pensara la abstracción. "El siguiente paso es el advenimiento de la ciencia moderna" - y la "relegación de las cualidades sensibles para entender el mundo". De ahí el dualismo cartesiano en el que la materia y la mente son "dos órdenes de realidad totalmente ajenos entre sí".
En el caso de nuestra civilización occidental, el filósofo habla de un "proceso de exosomatización desbocado". El mejor ejemplo hasta la fecha es el discurso de los defensores del transhumanismo excesivo que cuentan con el progreso de la ciencia para colonizar el planeta Marte. "Para los pueblos tradicionales, lo natural es respetable. Para nosotros, los occidentales, lo natural ya no tiene valor, sólo vale en la medida en que se puede explotar, transformar". El filósofo defiende la espiritualidad como el lugar donde el individuo se libera de su frenesí transformador y se abre a una forma de contemplación.