El interés suscitado por el libro de Michel Desmurget, "La Fabrica du idiotas digitales", es una oportunidad para profundizar en algunas cuestiones.
Fuente: Le Monde. Por Mathilde Damgé - Octubre 2019
"La multiplicación de pantallas lleva a una descerebración a gran escala. "Esto es lo que dijo el investigador en neurociencias Michel Desmurget en una entrevista con Le Monde, que fue ampliamente leída y comentada en nuestro sitio. Con motivo de la publicación de su último libro "La Fabrica de Idiotas Digitales" - Los peligros de las pantallas para nuestros hijos- este investigador también ha advertido en muchos otros medios sobre los riesgos de la exposición de los niños a las pantallas.
En una entrevista con el grupo L'Est républicain, se mostró preocupado por "la primera generación cuyo coeficiente intelectual será inferior al anterior". En RMC, explicó que "cuantas más pantallas miren los niños, más disminuye el coeficiente intelectual".
Esto ha corrido como reguero de pólvora y alarma entre los padres, maestros y generaciones expuestas a las pantallas, lo que plantea muchas preguntas. Trataremos de hacer luz en un campo donde hay muchos estudios pero donde la ciencia tiene dificultades para ponerse de acuerdo.
1. ¿Están disminuyendo las capacidades cognitivas?
Este es el punto de partida para algunas investigaciones sobre nuestros cambios ambientales (educación, nutrición, contaminación difusa, pantallas, etc.): se estaría observando una disminución de las capacidades cognitivas de las últimas generaciones, más precisamente desde mediados de los años noventa. "Desde el año 2000, esta es la primera vez que el Coeficiente Intelectual -CI- ha comenzado a caer", dice Michel Desmurget. Pero, ¿está establecido este punto de partida?
Durante mucho tiempo, en los países industrializados, se creyó que el coeficiente intelectual medio sólo aumentaría, con mejoras en la escolaridad, los logros educativos, las condiciones de salud... El aumento constante en el resultado medio de las pruebas de coeficiente intelectual incluso tuvo un nombre: el efecto Flynn, en referencia al investigador neozelandés James Flynn que hizo este cálculo.
Este efecto se invirtió en los años noventa, según varios estudios de referencia realizados en Finlandia y Noruega. En Francia, un estudio muestra una disminución de 3,8 puntos entre 1999 y 2009, pero metodológicamente no es muy robusto porque se basa en una muestra de 79 personas, que es demasiado pequeña. Por el contrario, Noruega y Finlandia son los dos únicos países con datos sólidos sobre las capacidades cognitivas de sus poblaciones, gracias a las evaluaciones realizadas entre los jóvenes llamados al servicio militar.
En Noruega, el coeficiente intelectual medio de los reclutas aumentó constantemente entre los años ochenta y noventa (las pruebas son realizadas por cohortes nacidas entre 1962 y 1975), de 99,5 a 102,3; luego, por el contrario, la puntuación disminuyó de año en año a 99,7 en la década de 2000 (cohorte nacida en 1991). En Finlandia, la misma evolución, revelada por otro método, el peruskoe (prueba básica), creado por el ejército, que muestra un aumento en el rendimiento de los jóvenes soldados durante diez años, y luego una disminución en los diez años siguientes (en 1988, la puntuación media fue de 22,27 puntos; en 1997, fue de 23,92; en 2009, cayó a 22,52).
Sin embargo, estos resultados no se confirman a nivel mundial: hay señales de una disminución del Coeficiente Intelectual en los países occidentales desarrollados, pero no se puede generalizar a todos los países ni descartar que se haya llegado a una meseta.
EL CONTEXTO
Coeficiente Intelectual -CI-, una medida incompleta de las capacidades cognitivas
Desarrollado a principios de siglo, el CI fue originalmente un concepto creado para proteger a los niños en dificultades. Los resultados de las pruebas de un niño se comparan con los resultados medios de su grupo de edad y, por esta razón, hablamos de un cociente, luego relacionamos esta medida con su edad real y la multiplicamos por 100.
¿Podemos medir las capacidades cognitivas con un solo número? Se han hecho críticas a esta medida. Así, resumió Jacques Lautrey, del laboratorio de cognición y desarrollo de la Universidad René-Descartes, el CI "mantiene una concepción de la inteligencia totalmente desfasada desde el punto de vista científico". Al describir la inteligencia multidimensional, la comunidad científica acuerda en que el coeficiente intelectual es una medida relevante pero incompleta.
"Dado que la principal característica actual del medio ambiente actual es que está en constante cambio, ¿no deberíamos considerar (...) que nos estamos volviendo bastante inteligentes, como si el medio ambiente estuviera ordenando los aspectos de la inteligencia que le son útiles? "preguntan los investigadores Serge Larivée, Carole Sénéchal y Pierre Audy. Por ejemplo, a la pregunta "que los perros y los conejos tienen en común", los ciudadanos de principios del siglo XX habrían dado una respuesta concreta ("los perros son usados para atrapar conejos"), mientras que la respuesta actual para obtener el máximo de puntos es un razonamiento abstracto: "ambos son mamíferos".
Otro desafío es que los datos utilizados se basan en las capacidades cognitivas de los adultos de hoy. Sin embargo, las preocupaciones se centran principalmente en las generaciones futuras, cuyas consecuencias, por definición, aún no conocemos. Por lo tanto, es imposible tener una certeza absoluta sobre la evolución de las capacidades cognitivas. Pero aún es posible preguntarse qué podría afectar el CI.
2. ¿Cuáles son los posibles factores explicativos que podrían estar afectando al Coeficiente Intelectual?
Entre los investigadores que intentan explicar una disminución en la inteligencia humana, la controversia es aguda y altamente sensible. Algunos prefieren las explicaciones biológicas: argumentan que existe el llamado efecto "disgénico", que hace que las familias menos inteligentes procreen más y bajen el nivel. Algunos de estos investigadores señalan los efectos de la inmigración: según un artículo que resume la literatura existente y otro que analiza datos de trece países, los migrantes y sus hijos, que en promedio tienen menos educación, reducirían el desempeño promedio. Pero este enfoque es muy controvertido debido a la instrumentalización que se puede hacer de tales resultados.
El estudio noruego, que compara el rendimiento entre hermanos, contradice estas explicaciones. "Esta vez, cualquier diferencia [entre una generación y otra] refleja un efecto estrictamente medioambiental, ya que los padres son idénticos", explica James Flynn, investigador del concepto estudiado en esta investigación.
Durante la fase de aumento del coeficiente intelectual medio de los noruegos evaluados, el índice "intrafamiliar" aumentó en 0,18 puntos por año (para un aumento de 0,20 para el total). Por el contrario, a partir de la generación de 1975, la inversión del efecto Flynn en toda la cohorte (disminución de 0,33 puntos) quedaría ilustrada por una disminución de 0,34 puntos por año dentro de las familias. Los resultados de los hermanos evolucionan consistentemente con los de toda la cohorte. Por lo tanto, podemos descartar la hipótesis de un cambio vinculado a la persona (genética) o a la familia (educación) y pensar que las causas de estos cambios son más ambientales.
Así, algunos metales pesados (plomo, mercurio, etc.) o disruptores endocrinos (pesticidas, retardadores de llama, etc.) podrían alterar la formación del cerebro, según algunos investigadores. Por ejemplo, varias cohortes madre-hijo han sido monitoreadas en años recientes y reportan que los niños más expuestos en el útero a pesticidas organofosforados, retardantes de llama (tales como PBDE o PCB), tienen un CI más bajo que los menos expuestos, siendo todas las demás cosas iguales.
Pero estos factores "ambientales" también incluyen cambios en el estilo de vida y, en particular, la exposición masiva a las pantallas: televisores, ordenadores, teléfonos...
Pero entre estos factores "medioambientales", en el sentido más amplio, se encuentran también los cambios en el estilo de vida y, en particular, la exposición masiva a las pantallas: televisores, ordenadores, teléfonos.... Para Michel Desmurget, esta es incluso la causa principal. ¿Es el tiempo que se pasa frente a las pantallas lo que reduce las capacidades cognitivas? ¿Los niños con capacidades cognitivas más limitadas se sienten más atraídos por las pantallas que los demás? ¿Existen otros factores no medidos?
Un estudio reciente intentó desentrañar la correlación y la causalidad utilizando un sistema de análisis estadístico que incluía efectos aleatorios; cinco investigadores canadienses analizaron los datos de una cohorte de 2,441 niños y mostraron una relación real, pero tenue, entre la exposición a la pantalla y el desarrollo cognitivo: Por lo tanto, una hora extra frente a las pantallas por día en promedio alrededor de los 2 años de edad causaría una caída de 0.08 puntos en la prueba de American Developmental Screener a la edad de 3 años; una hora extra por día a la edad de 3 años causaría una caída de 0.06 puntos a la edad de 5 años.
"Lo que es seguro es que las pantallas son un factor de riesgo porque generan una vida más sedentaria; de lo demás, no sabemos demasiado.... En epidemiología, se necesita mucho tiempo y esfuerzo para probar la realidad de un factor de efecto potencialmente bajo. Sin embargo, no nos encontramos en una situación en la que podamos concluir.... sobre todo porque las pruebas estandarizadas no evolucionan mientras las cohortes evolucionan", dice el profesor Bruno Falissard, Director del Centre de Recherche en Epidémiologie et Santé des Populations en Inserm.
3. ¿Las culpables son las pantallas o el uso que le damos?
Michel Desmurget, contactado por Les Décodeurs, desea precisar que no se trata de las pantallas en sí mismas, sino de su utilización: "Hay que decir que el uso recreativo que los jóvenes hacen de ellas hoy en día es debilitante. La cuestión no es eliminarlas -profesionalmente yo mismo los utilizo ampliamente- sino limitar drásticamente los consumos debilitantes", explica.
"El aburrimiento puede ser fértil, pero no la falta de estimulación" - Profesor Falissard
Este es un punto en el que está de acuerdo con el Profesor Falissard, quien teme que lo que revelan las pantallas es, sobre todo, las desigualdades preexistentes entre niños de diferentes orígenes socioculturales. "La interacción es esencial para el desarrollo infantil", dice el psiquiatra y bioestadístico infantil. La tableta, el celular, no debe ser una solución para que los padres puedan relajarse sin tener que cuidar a sus hijos. El aburrimiento puede ser fértil, pero no la falta de estimulación. »
"Los jóvenes de entornos socioeconómicos desfavorecidos suelen tener una menor estimulación de la curiosidad y apoyo por parte de sus padres, y su uso de herramientas digitales se ve afectado", señala también el informe de tres Academias de ciencias francesas: la de Medicina, la de Ciencia y la de Tecnología. De ahí la necesidad, a la hora de hacer recomendaciones sobre la exposición a la pantalla, de distinguir entre actividades (programas diseñados o no para niños, educativos o recreativos, etc.), tiempo y contexto (niños solos o acompañados).
Séverine Erhel, profesora de psicología cognitiva y ergonomía en la Universidad de Rennes-II, recomienda también "formar a padres y profesores en tecnología digital para que estén atentos a la forma en que los gigantes tecnológicos capturan y usan nuestros datos, y a los mecanismos para captar la atención.... La idea es transmitir a los niños una verdadera cultura digital". "Una idea apoyada por el Centre for Media and Information Education (Clemi), que ha publicado una guía en este sentido: ninguna pantalla antes de los 3 años, limitada y acompañada a partir de esa edad. Una recomendación, que de ahora en más, estará en el registro de salud del niño.