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¿Por qué nuestro cerebro no es ecológico?

Actualizado: 1 mar 2022


Fuente: France Culture - junio 2019 - Por Olivia Gesbert


Consumo excesivo, comer en exceso, adicciones... Nuestro cerebro nos empuja a destruir el planeta en nombre del placer inmediato. Esta es la tesis que defiende Sébastien Bohler en su último ensayo: "Le bug humain". (Robert Laffont, 2019).


Hay muchos informes y observaciones que nos advierten del fin del mundo, entre el deshielo de los glaciares y la subida de las aguas. Todos somos conscientes del desastre que se avecina. Pero, aunque toda esta información esté al alcance de nuestra mano, no abandonamos nuestros hábitos nocivos, todavía apegados a nuestros smartphones y a nuestras prácticas contaminantes.


Es esta contradicción, este "bicho" humano, lo que inspiró a Sébastien Bohler. Doctor en neurociencia, columnista en el programa "La Tête au carré" de France Inter y en "28 minutes" de Arte, y director de la revista Cerveau & Psycho, habla de esta incoherencia permanente en Le bug humain. Porque nuestro cerebro nos lleva a destruir el planeta y como detenerlo (Robert Laffont, 2019).


Según él, todo empieza en el cerebro. Instrumento ambivalente en el origen de muchos avances, es también el lugar del cuerpo estriado, que provoca la sensación de placer inmediato. Útil para la supervivencia, porque favorece el consumo, la reproducción o el aseguramiento de un estatus social que garantice la superioridad del individuo a corto plazo, como era el caso de nuestros antepasados, el cuerpo estriado es hoy la causa de nuestra dificultad para pensar a largo plazo.


El cerebro es el objeto más complejo del universo. Es la próxima "terra incognita". [...] Nunca habríamos conseguido destruir el mundo sin esta increíble inteligencia... (Sébastien Bohler)

Comer en exceso, el consumo excesivo de materiales, la adicción a las películas pornográficas, los videojuegos y las redes sociales... tantos deseos motivados por nuestro cuerpo estriado, sustratos de este tiempo pasado, menos la necesidad de sobrevivir. Si preferimos satisfacer deseos inmediatos, fijados en el aquí y ahora, en lugar de pensar en las consecuencias de nuestras elecciones, no es tanto culpa nuestra como de nuestro cerebro.


Mientras nuestra libertad sea sólo para consumir, funcionar con carbón y contaminar todo lo que queramos, es una esclavitud. (Sébastien Bohler)

Aunque Sébastien Bohler nos ofrece una evaluación bastante pesimista de nuestro comportamiento futuro, demuestra que el individuo puede ser educado para el largo plazo y para los placeres no perjudiciales: el altruismo, por ejemplo, despierta el circuito de recompensa tanto como el egoísmo. El cuerpo estriado puede así domesticarse jugando con el sentimiento de reconocimiento de los individuos, ya no en función de lo que poseen, sino de lo que comparten y de la atención que prestan a los demás.


La noción de profundidad de la memoria y de la transmisión será esencial: nos adaptamos a todo, por desgracia. [...] Debemos seguir diciendo a los niños que antes, en las carreteras, teníamos insectos en el parabrisas. (Sébastien Bohler)

Vivimos en el arrastre terminal de un mundo que ya no tiene sentido. (Sébastien Bohler)

Hoy en día, el largo plazo es inexistente. No puede competir con todos los distractores que nos rodean. (Sébastien Bohler)
 

El bicho humano - Resumen

Hace 200.000 años, desde África, la humanidad se lanzó a la conquista del mundo. Tenía un arma secreta: su cerebro. Una máquina para pensar, aprovechar su entorno, reproducirse y dominar.

Nuestro cerebro, durante mucho tiempo nuestro mejor aliado, corre ahora el riesgo de ser nuestra perdición. Porque hay un defecto de diseño, un verdadero bicho, en el corazón de este extraordinario órgano: las neuronas encargadas de garantizar nuestra supervivencia nunca se sacian y siempre exigen más comida, sexo y poder.

Por lo tanto, somos 8.000 millones de personas en la Tierra que seguimos buscando el crecimiento en todos los ámbitos. Para ello, nuestra especie hiperconsumidora está sobreexplotando el planeta, modificando su ecosistema... y poniéndose en grave peligro.

¿Cómo es posible que, conscientes de este peligro, seamos incapaces de reaccionar? ¿Podemos resolver este fallo y volver a ser dueños de nuestro destino? Sí, siempre que analicemos en cada uno de nosotros y no sólo a nivel económico y político este mecanismo infernal que empuja a nuestro cerebro a pedir más y más.

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