Noviembre 2020
¿Qué efectos tiene en la población comunicar las realidades duras del cambio climático? ¿que dicen los estudios?
El cambio climático está presente en el radar colectivo desde hace décadas. Sin embargo, y a pesar del consenso científico sobre su gravedad y de las nefastas consecuencias para la vida en el planeta, nunca se logró que el tema pueda imponerse en la agenda ni en el interés colectivo como un tema crítico y urgente.
Careciendo del interés mayoritario de la opinión pública, el sistema económico y productivo, a través de fuertes lobbies, ha logrado imponer sus intereses y continuar "como de costumbre", agravando aún más la situación climática.
Sabemos que durante décadas hubo una estrategia clara y deliberada de las compañias petroleras de sembrar dudas, ya sea financiando a grupos de expertos y científicos negacionistas y gastando millones en lobby para bloquear las políticas de cambio climático, Esta es sin duda uno de los motivos por el que no se logró traccionar un mayor interés. Hubo una campaña muy fuerte y en la que se gastó mucho dinero para esconder y sembrar dudas.
Pero dentro del movimiento climático, entre científicos y activistas, siempre se da el debate sobre cuál es la mejor forma de comunicar a la población lo que pasa con el clima y lo que puede implicar para nuestro futuro. ¿Cuál es la manera "correcta" o efectiva para generar el cambio en la conciencia de la población?
La línea del optimismo y del cuidado de la reputación
En líneas generales hay temor por parte del mundo científico de "asustar" a la audiencia, de enfrentarlos a los datos más duros, por temor -dicen- a que esto pueda provocar el efecto contrario y que se le quite a la población las ganas de actuar. Si se da el mensaje que la situación ya no tiene remedio, razonan, la gente no hará los cambios que se necesitan, continuarán sus vidas como si no pasara nada .
Esto lo pudimos ver recientemente con la publicación de un estudio que sugiere que si detuviéramos inmediatamente todas las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre, las temperaturas de la Tierra seguirían aumentando debido al derretimiento autosostenido del hielo y el permafrost. Varios científicos climáticos salieron al ataque. Entre ellos Zeke Hausfather quien respondió a la publicación con este tweet:
"Esta es una tontería fatalista. Hay pocas posibilidades de un calentamiento global "desbocado"; cuánto se calienta la tierra depende enteramente de cuánto CO2 y otros gases de efecto invernadero emitimos.
Tenemos el poder de resolver el cambio climático, e historias como esta son simplemente regalos para aquellos que abogan por la inacción"
El mensaje es claro: no hay que ser alarmistas, todavía podemos, depende de nosotros, dar este tipo de mensajes hace que la gente no haga nada.
Pero quizás el temor sea también de otra índole.
Naomi Oreskes analizó en un libro el por qué de la consistente subestimación científica del cambio climático por parte del panel de expertos y entre una de las causas encuentra:
"A muchos científicos les preocupa que si sobreestiman una amenaza, pierdan credibilidad, mientras que si la subestiman, tendrá poco (o ningún) impacto en la reputación. En la ciencia del clima, esta ansiedad se ve reforzada por los tambores de la negación del clima, en la que se acusa a los científicos de ser "alarmistas" que "exageran la amenaza". En este contexto, los científicos pueden hacer un esfuerzo extra para refutar el estereotipo minimizando los riesgos conocidos y negando a los críticos la oportunidad de etiquetarlos como alarmistas."
El status quo impone un discurso medido, no demasiado claro y sobretodo remarcando que depende de nosotros, que estamos a tiempo, que nuestras vidas no sufrirán cambios si en esta década hacemos lo que debemos hacer. A los científicos y comunicadores más directos, que advierten claramente de los riesgos que corremos, se los suele criticar, calificar de fatalistas, de terroristas ecológicos, se ponen en dudas sus conocimientos, en síntesis se los expone ante sus pares y ante la opinión pública.
¿Es el alarmismo climático malo?
A simple vista es evidente que los activistas con más pasión y dedicación son los que más alarmados están por lo que está ocurriendo en el planeta y los que más están dispuestos a cambiar su forma de vida. Greta es un claro ejemplo. Pero es bueno ver confirmado esto en un estudio conjunto de Yale Communications y George Mason University para el Centro para la Comunicación del Cambio Climático.
Mediante una encuesta representativa realizada para conocer al público americano, se identificaron seis tipos de públicos que muestran niveles muy diferentes de compromiso con el tema.
"Una de las primeras reglas de la comunicación efectiva es "conocer a tu público". Los esfuerzos de participación pública en el cambio climático deben comenzar con el reconocimiento fundamental de que las personas son diferentes y tienen diferentes razones psicológicas, culturales y políticas para actuar - o no actuar - para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Nuestra investigación ha identificado "Las seis Américas del calentamiento global": seis públicos únicos dentro del público americano que responden cada uno a la cuestión de manera distinta.
Figura:
En el extremo izquierdo de la flecha: mayor creencia en el calentamiento global, más preocupados, más motivados
En el extremo derecho de la flecha: menor creencia en el calentamiento global, menos preocupados, menos motivados
Los alarmados están plenamente convencidos de la realidad y la gravedad del cambio climático y ya están adoptando medidas individuales, de consumo y políticas para abordarlo.
Los Preocupados también están convencidos de que el calentamiento global está ocurriendo y es un problema serio, pero aún no se han comprometido personalmente con el tema.
Los Cautos, los Desconectados y los Dudosos - representan diferentes etapas de comprensión y aceptación del problema, y ninguna participa activamente.
Los Desconfiados están muy seguros de que no está sucediendo y están activamente involucrados como oponentes a un esfuerzo nacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Cómo se viene moviendo este público a lo largo del tiempo?
Ha habido un cambio significativo en la distribución de las Seis Américas en los últimos cinco años. El segmento Alarmado ha aumentado más del doble de tamaño (del 11% al 26% de la población adulta de los Estados Unidos) entre 2015 y 2020, mientras que el segmento Despreciativo ha disminuido casi a la mitad (del 12% al 7%). En general, los estadounidenses están cada vez más preocupados por el calentamiento global, más comprometidos con el tema y más partidarios de las soluciones climáticas.
Esto nos muestra que uno de los mayores desafíos es hacer que gente que está en el grupo de los "Preocupados" se pase al de los "Alarmados". Es evidente que sólo se pueden producir los enormes cambios en los estilos de vida individuales y sociales que son necesarios para frenar la velocidad de la crisis cuando tenemos, lisa y llanamente, miedo. Cuando internalizamos las enormes dificultades que tendremos que afrontar durante las próximas décadas en el planeta.
Como dice la psicóloga experta en Ecoansiedad Caroline Hickman "La depresión (y el miedo) es en realidad un paso en el camino que podría llevarnos de vuelta a la superficie."