Los incendios forestales en la selva amazónica han alcanzado un número récord este año.
Según el Centro de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, son 72.843 incendios, lo que representa un aumento del 83% en comparación con 2018, el más alto desde que se iniciaron los registros en 2013.
El INPE dijo que las imágenes satelitales detectaron 9.507 nuevos incendios forestales en la semana del 15-21 de agosto, principalmente en la cuenca del Amazonas.
Para tener una idea de la magnitud, el lunes a las tres de la tarde, y a causa del humo, la ciudad de San Paulo quedó a oscuras, a pesar de estar situada a más de 3.000 kilómetros. Si bien los incendios forestales son comunes en la estación seca, se sabe que son provocados deliberadamente por agricultores que deforestan ilegalmente tierras para la ganadería. Este año crece la preocupación por la postura del presidente de derecha Jair Bolsonaro sobre el medio ambiente. Asumió el cargo en enero y se comprometió a desarrollar la región amazónica para la agricultura y la minería, haciendo caso omiso de la preocupación internacional por el aumento de la deforestación.
El mes pasado, acusó al director del INPE de mentir sobre la magnitud del problema, tras lo cual fue despedido. Sin embargo, la confiabilidad del INPE ha sido defendida por la Academia Brasileña de Ciencias. Por esta situación Noruega y Alemania han detenido las donaciones al fondo Amazonas de Brasil, que apoya a muchas ONG ambientales, así como a agencias gubernamentales. También se han hecho llamamientos para que Europa bloquee un acuerdo comercial con Brasil y otras naciones sudamericanas.
El valor de la selva amazónica como ecosistema y como barrera ante el cambio climático es inconmensurable. Se calcula que en el Amazonas habitan una de cada diez especies conocidas. Desgraciadamente, la tala y quema indiscriminada amenaza la que es la biorreserva más grande y variada de la Tierra. El peligroso cóctel que supone la combinación del cambio climático con la tala y los incendios provocados podría suponer que el Amazonas esté al borde de alcanzar su punto de inflexión —un calentamiento de 4 ºC o una deforestación del 40%—. Sobrepasar esta frontera acarrearía cambios irreversibles en el ecosistema más rico del planeta, principalmente un proceso de sabanización a gran escala. Hasta el momento, el Amazonas ha experimentado una deforestación del 20% de su superficie —casi un millón de kilómetros cuadrados— y un calentamiento de 1 ºC en los últimos 60 años.
El peligroso cóctel que supone la combinación del cambio climático con la tala y los incendios provocados podría suponer que el Amazonas esté al borde de alcanzar su punto de inflexión —un calentamiento de 4 ºC o una deforestación del 40%—. Sobrepasar esta frontera acarrearía cambios irreversibles en el ecosistema más rico del planeta, principalmente un proceso de sabanización a gran escala.
Los cambios en el clima regional derivados de la praderización de la selva amazónica reducirían las precipitaciones y aumentarían la temperatura. A su vez, estaciones secas más prolongadas e intensas —en 2005, 2010 y 2015 el Amazonas sufrió las sequías más intensas del siglo, consecuencia tanto del cambio climáticol como de la deforestación regional— podrían conllevar no solo una mayor vulnerabilidad ante los incendios y las sequías, sino una mayor tasa de mortalidad entre determinadas especies, cambios en la bioma y perdida de hábitat —todos estos, factores estrechamente vinculados—.
La otra cara de la deforestación es la destrucción de uno de los mayores sumideros de carbono del planeta. La selva amazónica absorbe dióxido de carbono de la atmósfera y lo almacena; actualmente acumula entre 150.000 y 200.000 millones de toneladas de carbono, que podrían ser liberadas de vuelta a la atmósfera debido a la tala y quema de árboles. De hecho, se teme que la selva amazónica —que podría haber alcanzado su límite de absorción de CO2— se transforme de sumidero a emisor de carbono. La tala y quema de árboles podría ser responsable de hasta un 10% de las emisiones que contribuyen al calentamiento global.
Aquí se puede firmar en la campaña de Greenpeace para que las empresas reforesten los bosques.
Fuentes: Euronews, The Guardian, El Orden Mundial, Tierras de América