Fuente: London School of Economics - 04 AGOSTO de 2021
Nos jugamos el futuro de la humanidad y del resto de la vida en la Tierra por suponer que el PIB debe seguir creciendo en los países ricos - - Jason Hickel
Los académicos que escriben en la revista Nature Energy afirman que es urgente desarrollar nuevos modelos climáticos que pongan en tela de juicio la hipótesis de que los países ricos pueden seguir creciendo económicamente y, al mismo tiempo, mitigar el impacto del cambio climático, para contribuir a un debate público y político realista.
Los académicos piden a los científicos que desarrollan modelos climáticos que exploren enfoques posteriores al crecimiento, diseñados para mantener las economías estables sin crecimiento, al tiempo que se mejora la vida de las personas.
Señalan que los modelos existentes, que se basan en un crecimiento económico continuado, apuestan por un cambio tecnológico drástico y potencialmente inviable para cumplir los objetivos del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C o 2 °C.
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Se prevé que el crecimiento económico impulse un aumento significativo de la demanda de energía en las próximas décadas, lo que dificultará la mitigación del cambio climático. Si los países de renta alta siguen creciendo al ritmo habitual, tendrán que descarbonizar su producción económica en más de un 12% al año, lo que supondrá un reto importante.
Los autores plantean la preocupación de que las hipótesis sobre las tecnologías de emisiones negativas son "especulativas y arriesgadas". Por ejemplo, la ampliación de la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS) requeriría enormes cantidades de tierra agrícola y agua para cultivar los biocombustibles.
La captura y almacenamiento directo de carbono en el aire (DACCS) puede evitar algunos de estos problemas, pero podría utilizar hasta el 50% de la generación actual de electricidad en el mundo para alcanzar las tasas de eliminación de carbono asumidas en los escenarios actuales, lo que dificultaría la descarbonización del suministro energético mundial.
El Dr. Jason Hickel, autor principal del documento y profesor visitante del Instituto de Desigualdades Internacionales de la London School of Economics and Political Science (LSE), declaró: "Los científicos han planteado importantes dudas sobre los riesgos de las tecnologías de emisiones negativas y la viabilidad de desvincular suficientemente el crecimiento económico del aumento de las emisiones. En pocas palabras, estos enfoques pueden no ser adecuados para abordar la crisis a la que nos enfrentamos".
"Nos estamos jugando el futuro de la humanidad y del resto de la vida en la Tierra por la suposición de que el PIB debe seguir creciendo en los países ricos".
Los autores del documento sostienen que el crecimiento económico no es necesario para el progreso social en los países ya ricos. En cambio, las necesidades humanas y el bienestar pueden satisfacerse reduciendo la desigualdad, asegurando salarios dignos, acortando la semana laboral para lograr el pleno empleo y garantizando el acceso universal a la sanidad pública, la educación, el transporte, la energía, el agua y la vivienda asequible.
El Dr. Jason Hickel dijo: "Las políticas que proponemos mejorarían realmente la vida de la gran mayoría de las personas.
"Si repartimos los rendimientos de nuestra economía de forma más justa, podemos garantizar una buena vida para todos sin saquear el planeta para conseguir más".
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Los autores destacan posibles intervenciones políticas en el transporte, la industria, el sector de la construcción y en las ciudades que permitirían lograr una rápida descarbonización sin depender tanto de las tecnologías de emisiones negativas y de las mejoras de productividad.
Entre ellas se encuentran el cambio del coche privado al transporte público y no motorizado, la ampliación de la vida útil de los productos mediante la imposición de garantías y la regulación de la obsolescencia programada, el cambio de la población hacia dietas más saludables basadas en plantas y una planificación urbana que permita a la mayoría de las personas acceder a los centros urbanos en 15 minutos.
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