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Foto del escritorHomo consciens

Sébastien Bohler "La necesidad de sentido es inherente a la naturaleza humana"



Fuente: Mouvement-up.fr - Entrevista por Sandra Coutoux - septiembre de 2020

Tras El bicho humano, donde explicaba cómo nuestro cerebro nos empuja a destruir el planeta, el doctor en neurociencia Sébastien Bohler acaba de publicar ¿Dónde está el sentido? En este esperanzador libro, nos recuerda que nuestra búsqueda de sentido, coherencia y conexión es una necesidad vital, más necesaria que nunca.



"LA TECNOLOGÍA NOS DA LA ILUSIÓN DE CONTROLAR EL MUNDO, PERO EL MUNDO SE NOS ESCAPA CADA VEZ MÁS".


P: ¿Desde cuándo experimentamos la pérdida de sentido?

S.B: Desde la revolución industrial, la civilización occidental ha situado la búsqueda del confort material en el centro de su búsqueda existencial. La producción de bienes y el desarrollo de la tecnología han hecho que, con el tiempo, la cuestión del significado de nuestras acciones sea superflua. Nos vemos impulsados a consumir en una sociedad cada vez más individualista. Sin embargo, nuestros antepasados necesitaban cooperar para sobrevivir, y esta necesidad sigue activa en nuestro cerebro. La sociedad de consumo, basada en la lógica de la competencia, no permite satisfacer esta necesidad de cooperación y por eso sufrimos, a pesar de la sobreabundancia de bienes a nuestra disposición. Nuestra necesidad de conexión, sentido y coherencia se ve socavada en un mundo globalizado que avanza cada vez más rápido, centrado en el dinero y el éxito individual.


P: ¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de sentido?

S.B: Nuestro córtex cingulado es una señal de alerta que nos avisa cuando nuestro entorno deja de tener un significado detectable. Cuando el mundo se vuelve indescifrable, la mente se rompe. Una angustia indefinible se apodera de nosotros, llevando a algunos a la ansiedad y la depresión. Se identifican las consecuencias en nuestra salud física y mental: huimos a la adicción al consumo, al alcohol, a las drogas, a la comida basura. Vivimos con estrés crónico. La tecnología nos da la ilusión de controlar el mundo, pero el mundo escapa cada vez más a nuestro control. La desigualdad crece mientras vivimos en la prosperidad. Los cimientos que sostenían todos los marcos de pensamiento se están desprendiendo. El córtex cingulado está soportando el peso de las incertidumbres y la carga mental que genera nuestra época.



LA ECOLOGÍA PUEDE OFRECER UNA VISIÓN DEL MUNDO COMÚN A TODOS LOS HUMANOS


P: ¿Puede nuestro córtex cingulado ayudarnos a cambiar el mundo?

S.B: La función principal del córtex cingulado es ayudarnos a dominar la incertidumbre, para que podamos anticiparnos a las situaciones y los peligros y adelantarnos a la realidad. Hemos creado un mundo bajo presión, donde la competencia es feroz, donde la precariedad aumenta, y donde el cambio climático, las nuevas pandemias y los futuros movimientos de población no ayudarán a la situación. Este mundo no satisface nuestra necesidad de coherencia. Estamos experimentando un estrés existencial, mientras que la necesidad de sentido es inherente a la naturaleza humana. Se ha abandonado la búsqueda de sentido en favor de una búsqueda (ilusoria) de más y más control a través de la tecnología, o de sistemas económicos o políticos piramidales. El calentamiento global nos obliga ahora a plantearnos la cuestión del sentido de nuestra existencia humana y de nuestras acciones.

¿Está la gente cada vez más adicta, ansiosa y solitaria? - aquí

P: ¿Cómo podemos encontrar el sentido de nuestras vidas?

S.B: La transición ecológica y social puede ser una solución a nuestra necesidad de sentido. Un enfoque ecológico no sólo está motivado por el amor a la naturaleza, ni por el deseo de preservar unas condiciones de vida soportables en la Tierra. Es un enfoque que da sentido a nuestras vidas. El ser humano, alienado por el consumo, se destruye a sí mismo destruyendo el planeta. Dar sentido a la propia vida significa dar sentido a las propias acciones. Necesitamos nuevas visiones compartidas del mundo, porque la visión consumista que ha colonizado nuestra imaginación y el planeta crea más problemas que armonía. Detener la máquina de consumo en la que se ha convertido la humanidad es donde comienza la verdadera renuncia.


Hemos perdido lo sagrado y ningún sentido colectivo puede existir sin lo sagrado. La globalización competitiva, fuente de estrés, puede transformarse en un sentimiento de pertenencia planetaria, si conseguimos ponernos de acuerdo en valores comunes. La ecología puede ofrecer una visión común del mundo a todos los humanos. La sacralidad de la Tierra puede ayudarnos a encontrar un sentido y aliviarnos de la angustia existencial provocada por el actual caos climático, económico y social.


La crisis climática y ecológica nos obliga a una mutación ontológica - aquí

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