Extracto del libro: "Estás aquí" - Julio 2020
Millones de seres humanos llenos de ansiedad y angustia en un planeta en situación crítica es el resultado de 500 años del paradigma moderno antropocéntrico y su religión del progreso ilimitado. Que convirtieron al el ego mental y su obsesión por hacer de la vida algo que sólo se puede entender a través de la "ratio", la división en partes, y su posterior medición y cuantificación, la forma de comprender el mundo. Las limitaciones de esta mirada disciplinaria, antropocéntrica y limitada, son las que estamos vivenciando con la crisis social, sanitaria, ambiental, económica e individual que estamos viviendo.
Urge un cambio de paradigma. Thich Naht Hanh nos muestra la realidad del no ego, el inter-ser, el no objetivo y la impermanencia.
La atención profunda a la naturaleza de la impermanencia acaba conduciendo a la comprensión del no-ego, que es la segunda marca de la auténtica enseñanaza budista.
El no ego es algo realmente milagroso. cuando contemplamos atentamente una flor, vemos en ella todos los elementos no flor que la componen, como la tierra, el sol, los minerales, el jardinero, etc. Y, si nuestra mirada es lo suficientemente profunda, llegamos a advertir también que la totalidad del cosmos se reúne para manifestarse en forma de este milagro. La flor está saturada de todas las cosas que componen el cosmos -el tiempo, el espacio, el sol, la lluvia e incluso tu conciencia- pero está despojada de existencia separada. La flor carece de entidad separada.
Nosotros somos como esa flor. Cada uno de nosotros es una flor milagrosa del jardín de la humanidad. Y, si te asomas a tu interior más profundo, descubrirás que lo posees todo. Como dijo el poeta Walt Whitman: "Yo soy inmenso, contengo multitudes". Que uno lo incluye todo es, de hecho, la comprensión del budismo. Y, si ejercitas la atención, llegarás a descubrir en lo más profundo de ti, el misterio de interser, es decir que uno lo contiene todo.
Lo que estás buscando ya se encuentra en tu interior. Y por más que te sientas inferior y creas que en ti no hay más que sufrimiento, eso es falso. Debes ir más allá del pensamiento de que "yo no soy nada, sólo estoy hecho de sufrimiento y necesito a alguien para que pueda salvarme". Debes ir más allá de ese pensamiento, porque en ti se encuentra ya todo lo que estás buscando. No trates de convertirte en otra cosa.
La flor no trata de convertirse en sol, porque ya es sol, y tampoco trata de convertirse en tulipán, porque ya posee, en sí, las cualidades del tulipán. Cuando alcanzas esta comprensión, dejas de sufrir. Sufrimos porque queremos negarnos a nosotros, queremos convertirnos en otra cosa y jamás dejamos de correr.
Existe una enseñanza budista que quizás te parezca extraña. Se trata de la enseñanza de la ausencia de objetivo (apranihita, en sánscrito). (...)
La ausencia de objetivo te enseña a no establecer ante ti un objetivo o una meta hacia la que debas correr. Esto es precisamente lo que todo el mundo hace. Queremos esto, queremos aquello y, cuando no lo tenemos, creemos que la felicidad es imposible. Debemos provocar una revolución en nuestro pensamiento, debemos detenernos. Tenemos que hacer lo mismo que hace una flor. La flor es consciente del hecho de que en su interior contiene la totalidad del cosmos y no trata, en consecuencia, de convertirse en otra cosa. EL agua ya es ahora mismo agua. ¿Busca acaso la ola agua?¡No! Y lo mismo ocurres con nosotros. Ya tenemos a Dios en nuestro interior, de modo que no debemos empeñarnos en buscarle.
André Gide dijo, en una ocasión, algo así como que "la felicidad es Dios y que resulta accesible las veinticuatro horas del día". También el agua puede, las veinticuatro horas del día, acceder a la ola. La paz, la estabilidad y la luz de Dios viven en ti y resultan accesibles en todo momento. A pesar de ello, no obstante, sigues corriendo. Año tras año y vida tras vida, sigues corriendo. Debes volver a ti para tocar el suelo de u ser, la dimensión última de la realidad, el nirvana.
El nirvana posee la naturaleza del no-nacimiento y de la no-muerte. No debes, por ello, temer nada. ¿Has jugado alguna vez con un caleidoscopio? ¿Has visto que basta con un pequeño movimiento de tu mano para desencadenar entonces, ante ti, el despliegue milagroso de todo un abanico de formas y colores? Mantienes esta visión durante unos instantes, luego vuelves a mover la mano, giras el caleidoscopio y aparece otra manifestación. ¿Lloras caso cada vez que desaparece cada una de esas manifestaciones? Aparece una flor, luego desaparece, después vuelve a manifestarse y vuelve a desaparecer...., y así miles de veces. Esta es la realidad que adviertes cuando contemplas profundamente la naturaleza de las cosas. Aparición y desaparición, manifestación y desaparición, en un interminable juego del escondite.